
Hay veces que despierto... y estoy dormida.
Miro al cielo... y caigo al infierno.
Vivo, respiro... pero muero.
Muero cada mañana; con el soplar del viento, con la brisa marina...
Soy aquella alma errante que habita en las esquinas.
Soy aquel triste verso olvidado en los labios del poeta.
No existo... pero soy toda tu existencia.
Soy la oscuridad que habita en el rayo de luz dorada.
Dime amor, dime dulce sentimiento,
¿qué he hecho? ¿qué hemos hecho?
El fuego se apodera de mi cuerpo y destaza mis adentros.
Ya no veo vida... pero la vida sigue viviendo.
Dame luz,
dame viento,
dame flores,
dame sustento.
Se acaba,
se hunde,
resurge,
destruye.
Llegará el momento en el que el mundo no siga nuestro aliento.
Llegará el momento en que sólo escuche sus propios lamentos.
Y algún día, tras muerte y vida sin consentimiento,
escucharé la voz de la tierra cantar... cantar sus desesperanzas.
Y entonces... tras sangre y fuego...
Muerte,
Destrucción,
Venganza...
Renacerá... en otro tiempo sin pensamiento.