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NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.
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lunes, 23 de enero de 2012

Perpetuar existencias


IN DREAMS by loci



-¿Cuánto me amas?- preguntó un día una pequeña flor de manzano, recién vestida con el suave rocío de la mañana.

Una estrella susurró desde lo alto.

-No puedo medir el amor que yo siento. No me pidas que te diga una distancia para expresar algo que respiro con el alma y no con los ojos. No me pidas una cantidad, pues yo suspiro por un universo con infinitas puertas. No me pidas, por favor, que defina el silencio con palabras.

El viento no pudo posar en su cuerpo una conversación de esa índole. No se comparaba al modo en que traslada de boca a oído las palabras terrestres. Acarició la flor con compasión, pensando que no había obtenido respuesta a su inocente pregunta; pero la flor ni siquiera se movió con la amistosa brisa. No había otra cosa en el planeta o fuera de este que escuchara el diálogo completo. El vínculo creaba un camino entre ellos que ignoraba todo lo que los rodeaba.

-¿Qué puedes decirme entonces?- preguntó la flor en silencio.

-Puedo decirte que no te amo con el corazón. Me amo con tu existencia.

Y así olvidaron las preguntas. Ambos decidieron vivir hasta su muerte.


lunes, 2 de enero de 2012

Mi corazón


Hope by Sortvind



Mi corazón llora flores frescas y bellas.

El sol dorado ilumina mi mirada, tu mirada, nuestros sueños.

Aquí estoy, ahora, más allá del solitario mar.
Lucho, respiro por primera vez y permanezco.
Me doy cuenta de que seguir flotando es más que sólo permanecer...

El estanque de mis sueños es cada vez más cristalino.
Pienso en el agua y no en mi reflejo; en él se ve un nuevo tipo de hermosa y sublime tristeza.
Mis lágrimas caen y son arrastradas por el viento.

En las cercanías algo aterrizó.
Ahí una blanca flor brotó.



sábado, 17 de diciembre de 2011

La metamorfosis policromática



I

Desperté una buena mañana de otoño con la silueta de una rosa dibujada en mi muñeca. Apenas abrí los ojos pude verla, frente a mi, marcando mi día entero con su misteriosa aparición. Tardé en reaccionar y en darme cuenta de que el sol ya brillaba con intensidad. Era hora de que volviera a la realidad.

La toqué con mi dedo índice. No sentí nada. Era como si siempre hubiera estado en mi piel, a pesar de que su tono rojizo me hiciera pensar en una cicatriz. Tampoco había dolor. Intenté borrarla con agua y jabón y ni siquiera de desvaneció un poco. Al no poder eliminarla con éxito, la oculté detrás de una playera de manga larga y salí de mi casa. Aún así, la duda sobre el origen de esa marca me persiguió durante todo el día.




II

La sombra al otro lado de aquel pequeño local. Ente dulce y sutil, con intensiones ocultas, tomando café de la gran taza con ambas manos. Su mirada brillante y soñadora repasa cada una de las manchas en la pared. Apenas nota mi presencia cuando me siento frente a ella.

-Sí, existes. Siempre lo había presentido.

Ella regaló dulce sonrisa y me acarició con su mirada.

-Siempre he estado aquí, esperando. Muchos creen que soy dos figuras físicas con emociones, pero se equivocan. Exito de una manera u de otra, en algún lado, como idea, como algo que se pretende definir. Ahora me tienes. Ahora me vives. Dulce criatura inocente, no debes desperdiciarme.

-No lo haré. Aunque me das algo de temor…

Ella sonrió de nuevo y bebió de su taza de café mientras me miraba. Luego tomó mi mano y me llevó arriba, donde la luna brilla y las estrellas pueden tocarnos.

-Conmigo siempre vivirás en la incertidumbre—me dijo –Es parte de mi encanto. Respírame y déjate llevar por el viento cargado de esporas. La vida te espera.

Me regaló un beso, y cuando estuvo segura de que estaba llena de pies a cabeza con mil palabras y silencios… desperté.




III

Ayer te dije tantas cosas que a penas puedo recordar en este momento. Te mostré el sol de las cinco y navegamos entre las personas como su fuéramos espectros. Al final todo dejó de importarme, sólo planeaba habitar este mismo espacio contigo.

Una estrella fugaz brillaba en mi garganta. Aún así, la luz se concentraba en mi pecho y no podía salir correctamente por mi boca.

Quiero que avances hacia el horizonte y me digas si, en el ocaso, puedes caminar sobre esa nube que se funde con el suelo antes de que el día se acabe. Si llegas al mundo de los muertos lo habrás logrado. Si de pronto caminas entre las estrellas estarás soñando. Sea como sea, será difícil regresar… a menos que te cubran mis frágiles brazos.



IV

Tú.

Sí, usted, aquel hombre al otro lado de la habitación. Querido caballero, ¿cómo se encuentra? No tiene idea de la cantidad de planes que flotan en mi cabeza. Planes para usted.

No, espere, no me mire de ese modo. Planeo hacer que su existencia sea, paulatinamente, más divertida. No sólo pasable, escuchó bien, divertida, y además, magnífica. Usted y yo tenemos un trato de ahora en adelante, yo misma lo establezco.

Planeo compartir secretos con usted. Ah, pero no cualquiera, algunos lo harán soñar y otros lo harán sufrir, no importa. Es parte de vivir.

También planeo que usted tenga muchos obstáculos para obtener lo que quiere. No, no me vea mal, si lo consigue fácilmente no valdrá la pena. Además, si se cae lo levanto, ¿le parece? No me importa que decida morir, al fin que sé revivir a los muertos. Le daré una espada, con eso usted luchará. Cuando lo logre me lo agradecerá.

Después… bueno, pienso en unas vacaciones en un mundo paralelo. Le haré disfrutar cada paso que de en él, ¿suena tentador, verdad?

En fin, lo conquistaré cada día que pase. Esa es la diversión que viene conmigo. Desenmascararé el mundo y dejaré que usted lo desenmascare conmigo. Veo que sonríe… usted ya aceptó. Espero que no se arrepienta. Puedo sacar mil sorpresas debajo de la manga, ocurrencias absurdas, digresiones diversas, notas al margen de la página de la vida, usted sabe. Si le ríe, el banquete de maravillas va por mi cuenta.

Sin embargo, hay una fatalidad; tal vez uno de los dos se canse en el camino. Entonces me usted dice si ya no hay trato. Guardaré todos los recuerdos en una caja y se los daré, a ver qué piensa. Espero que tengamos mucha energía, el sol nos alimenta. Si no, no lamentaré nada. Mientas la obra de la vida continúe y sigamos danzando en ella sólo buscaré su complacencia.

Bien, su turno.


IV

Una anaconda de estrellas surca el cielo, se enredó en la luna y la bajó a mis pies. ¿Qué pasa si la piso? ¿En qué especie de viaje me he metido?

Oh, la poca experiencia. Al salir de ese útero ni siquiera pensé que viajaría.

Bienvenue, c’est la vie, ma cherie!




(Fotos, en orden: Doubt by ~selmakoparan / Coffee by ~Lestrovoy / Girl And The Universe by ~xroxyfoxyx / ocaso by ~kancano-d424kcn / Hidden Glory by ~LivanaCelosia / Hidden place to dream by ~ConigliettoRosa / Foto mía tomada por mi / Fear by ~theflickerees).


martes, 14 de junio de 2011

Mariposa de Humo (Silencio)


Smoking 1 by ~usagicassidy



-¡Dímelo! ¿En qué momento dejé de importarte?-

Ella rió y prendió uno de sus finos y blancos cigarrillos, exhalando una gran bocanada de humo y quitándole la importancia a mis palabras con el acto.

-Nunca, amor. Siempre has sido lo mismo-.

-Entonces, ¿qué pasó? No lo entiendo...-

Ella me miró de soslayo con una mueca que poco a poco se convirtió en una maliciosa sonrisa burlona. Suspiró y desvió la mirada, colocando el cigarrillo en sus delgados labios y cerrando los ojos plácidamente.

Las luces color carmesí que en ese momento invadían el cabaret en un constante parpadeo y movimiento hacían que un ambiente de desesperación aún mayor me cubriera. Ella sólo estaba recargada contra la pared de la pequeña habitación que nos separaba del resto, más tranquila y relajada que nunca. La música fuerte no parecía alterarla.

-Tú dime qué cambió- susurró sin mirarme, sin moverse. Yo caí cabizbaja en una silla cercana, mi mirada perdida en mis pensamientos.

El pasado me intrigaba, me preocupaba. No entendía a qué se refería. Siempre he tenido este sentimiento amargo, como una llama en el pecho que siempre me hacía preguntarme si realmente era yo lo que siempre debí haber sido. La incertidumbre no abandonaba mi mente, pero yo siempre trataba de ignorarla. Ella parecía disfrutar mi constante abatimiento.

-Oh, cariño...- susurró acercándose a mi con lentitud, agachándose para estar a mi altura y mirándome a los ojos mientras el cálido humo nos cubría -... eres tan fresca todavía...-

Quise apartarla cuando tomó mi rostro, pero ella se mantuvo firme. Retiró el cigarro de su boca con una mano y lo tiró al piso, aplastándolo con el pie sin siquiera verlo. Toda su atención estaba en mis ojos. Yo me petrifiqué una vez más, respirando agitadamente mientras su rostro se acercaba cada vez más al mío.

Me sentía asfixiada, extasiada. Su proximidad volvía a enviar electricidad por mi cuerpo pese a todo lo ocurrido. No podía evitar ser víctima de su deseo, y eso me desagradaba tanto...

Pero paró.

Nuestras narices se tocaron por varios segundos. Cerré mis ojos con fuerza.

Yo caía tan fácil. Era tan débil...

Una lágrima rodó por mi mejilla. Permanecimos en silencio durante varios segundos hasta que volví a sentir como se aproximaba una vez más. Podía saborear su aliento entrando en mi boca, su corazón latiendo con el mío. Parecía envuelta en un pesado sueño del que poco a poco comencé a despertar. Todo había cambiado, y las luces a mi alrededor me hicieron notar el error en el que me encontraba.

-Vete... - susurré lastimosamente cuando sentí sus labios tocar los míos -... deja de jugar conmigo-.

Ella sonrió con malicia y suspiró, apartándose de mi con una mueca de satisfacción.

-¿Ahora lo entiendes, cariño?- me dijo con un gesto de superioridad -Tratas de pelear contra tus deseos. No podrás mucho tiempo. Siempre has sido mía y siempre lo serás-.

Y con eso abandonó la habitación para luego escapar de nuestro viejo cabaret. Me dejó sola en las sombras de mi propia vida, de mi existencia. Un escalofrío corrió por mi espalda cuando me di cuenta de que tenía razón; yo nunca podría alejarme de ella. Era como si estuviera encadenada a el ser al que tanto amé... y que tanto me había dañado.

Yo sabía bien que aún la amaba. Vivía constantemente en este romance estéril en el que estuve envuelta toda mi vida.

Y hoy, a pesar de que se visitó como el hombre que era para ocultarse de las demás que no la conocían como tal, yo seguía viéndola como una débil florecita. Seguía viéndola como ser virginal, justificando todos sus pecados. A pesar de eso me sentía herida por su culpa, no lo entendía.

A final no hubo palabras que lo explicaran. Sólo quedó el silencio; ese silencio que no te deja vivir hasta que rompes en llanto...


martes, 5 de abril de 2011

Pensamientos de Deborah (de mi novela "Mariposa de Humo"):

La poesía de las aves

Goldfinch by ~Alipipi


Nunca olvidaré aquel aroma a jazmín que entraba por la ventana de ese pequeño departamento en Londres. El perfume de la mañana era exquisito; y combinado con los cantos de los ruiseñores formaban el perfecto paraíso para mi. Esas mañanas de primavera siempre permanecerán en mi mente como el suspiro que encontré a la vida que había llevado hasta entonces.

Recuerdo que cierto día desperté justo en el momento en el que salía el sol. Una luz fina de color dorado entraba por el ventanal que estaba a un costado de la cama, atravesando las cortinas que se movían con el viento siendo bellos velos bordados color blanco, transparentes y ligeros. Comtesse yacía a mi lado, aún dormida, una sábana enredada alrededor de su cintura y cubriendo su desnudo cuerpo. La luz no llegaba a tocarla aún, pero podía ver cierto resplandor en su pálida piel.

Me levanté atraída por la majestuosidad del amanecer, sentándome en el alféizar de la ventana (el cuál sobresalía lo suficiente como para que pudiera posarme completamente en él, las cortinas separándome del resto de la habitación). Suspiré recargando mi cabeza en el cristal, sintiendo el frío del ambiente. El rocío de la mañana empañó un poco las ventanas, limpié el cristal con una mano.

En ese momento me sentía sumergida en un sueño que me parecía tan irreal y placentero que hacía que hubiera en mi cierto temor de que no fuera cierto, de que acabara pronto. Miré las calles con melancolía, con añoranza; veía poesía en todos lados, poesía que elevaba mi espíritu e impedía que se colapsase. Sin embargo, algo en ella parecía frágil dentro de mis pensamientos.

Me levanté después de un rato, terminando de vestirme sólo para volver a la ventana, esta vez sentándome cerca de las cortinas. El sol ya estaba cubriendo la habitación casi por completo, escuché a Comtesse moviéndose en la cama. La miré mientras abrazaba una cortina recargando mi cabeza en la pared, sumergida en mis pensamientos. Ella dio una vuelta, suspirando mientras parecía volver a la vida después de un largo sueño.

--¿Deborah?—preguntó al no sentirme a su lado, luego abrió los ojos lentamente sin moverse. Me vio en la ventana y sonrió suavemente.

--Oh, querida… abrazando esa cortina que cae entre tus piernas, con esa mirada tan soñadora y la frescura de la mañana serías una de las cosas más perfectas que haya visto… si estuvieras desnuda—me dijo con una risa, incorporándose en la cama con un bostezo. Yo sólo la miraba sin hablar, no tenía ánimos de nada.

Sin pensarlo dos veces volvió a caer en la almohada, cerrando sus ojos una vez más. El cálido olor de su cuerpo llegó a mi, haciendo que también los cerrara por unos segundos. Comtesse dio una vuelta en la cama, enredándose aún más con las sábanas y colocándose bocabajo usando sus brazos para apoyar su mentón. Abrió los ojos poco a poco sin mirar nada en específico. El silencio nos cubrió a ambas.

Algo que estaba atorado en mi garganta quiso salir en ese momento. El temor de saber la respuesta hizo que mi labio temblara ligeramente con un suspiro, sus ojos me apuntaron rápidamente.

--Comtesse…-- susurré con la mirada en el piso, temiendo encontrar la suya. Ella aguardó en silencio a que continuara.

--Comtesse… tú… ¿tú me…?—sentí como mi voz se quebró en ese momento. Cerré mi boca tragando con dificultad, luego suspiré lastimosamente.

--Comtesse, ¿sientes algo… por mi?—dije finalmente en un susurro apenas audible. Mi labio inferior seguía temblando, mi mirada estaba llena de temor.

La oí suspirar mientras volvía a acomodarse. No me contestó, su silencio hizo que mi corazón latiera frenéticamente añorando tener el suyo, la miré con preocupación. Esta vez estaba bocarriba, mirando el techo con sus dos manos detrás de su cabeza.

Me levante mientras el sentimiento se apoderaba de mi, dirigiéndome a la puerta con un leve sollozo. Ella se volteó una vez más, mirándome mientras la abría. El frío y húmedo viento del ambiente londinense entró a la habitación, desconcertándome.

--No te vayas de ese modo…-- susurró secamente, yo la miré tratando de tragarme mis sentimientos. Me sonrió rápidamente, yo cerré la puerta lentamente.

--¿Por qué no lo haría?—susurré. Ella me miró gravemente. Estaba asfixiándome con su silencio, parecía carcomer mis adentros.

--¿Cuándo te ha faltado algo conmigo?—susurró, yo me recargué en la pared cabizbaja.

--Nunca…-- respondí, ella sonrió placenteramente.

--Entonces, ¿por qué te irías?—

Callé sin saber qué contestarle, luego la miré a los ojos con valentía. Algo estaba hirviendo en mi sangre.

--Comtesse… por favor dime, ¿qué soy para ti? ¿qué he sido todo este tiempo?—pregunté insistente, ella abrió ligeramente la boca desviando mi mirada, luego rió amargamente.

--¿Es necesario ponerle palabras a algo como esto?—masculló. Yo bajé la mirada una vez más. ¿Realmente era necesario?

Abrí la puerta sintiendo el impulso de largarme de ahí y aclarar mi mente. Su voz paralizó mis acciones una vez más.

--Pero… te necesito—dijo con una mirada inocente. Una frase tan simple y cliché como esa hizo que se me helara la sangre. Di la vuelta lentamente para mirarla a los ojos, los cuáles me expresaban poco en ese momento.

--¿Para qué?-- pregunté en un tono frío, sintiéndome herida. Ella sonrió con dulzura.

--Para poder respirar... para vivir-- me dijo, haciendo una mala imitación de mi poesía. Yo sólo bufé y salí de la habitación... sólo para darme cuenta de lo mucho que quería volver.

*********

Las solitarias calles fueron mi mejor compañía. Había algo en el viento que parece comprender tus pensamientos, aligerar tu espíritu y consolarte en tus más oscuros momentos. En este preciso instante la soledad era lo que más me apaciguaba, me hacía añorar la compañía de ese ser que se había vuelto todo en mi vida… pero a la vez me ayudaba a darme un respiro a mi misma.

¿Por qué parecen ser los edificios a mi alrededor tan inmutables? Todo cambia, pero ellos parecen permanecer en las entrañas de tiempo, observando cada movimiento, siendo escenarios de tantos momentos. Yo me sentía tan frágil y cambiante, mi alma observaba hechos y sentía toda clase de emociones, pero mi cuerpo era tan mutable como ésta. Detesté mi fragilidad, mis metamorfosis, mi vida entera. Poco sabía yo que de metamorfosis vivimos y de cambios subsistimos.

Ella venía a mi mente como una hoja es arrastrada por el viento hasta el estanque de mis pensamientos. Su ligera risa que oculta dolores que yo desconocía; su hermosa mirada que parecía retener mundos enteros que nunca ha dejado salir; aquella sonrisa que pretende ocultar sentimientos asfixiantes; ese cuerpo tan bello, sus muy poco pronunciadas pero exquisitas curvas, su firme pecho, sus suaves manos, su cálida y exótica piel que sabe al más delicioso fruto y, hasta eso, su masculinidad adornada con su fina naturaleza… todo aquello era suficiente para que siguiera volviéndome demente. Era como la esfinge en el desierto de Guiza, ocultando tantos secretos que han presenciado aquellos ojos borrados con el tiempo, reconstruyendo su cuerpo dañado a través de tantas épocas distintas, tomando algo de cada una, armando un caparazón de lo que el mundo le traía para no desplomarse como arena en el desierto. Ella era la majestuosa figura que vigilaba el alba protegiendo el pasaje entre lo vivo y lo muerto, entre mi alma y su propio sustento; y todo aquello era lo que me parecían tan misterioso y atrayente.

Oh, la poesía surgía una vez más en mi mente, manchando mis labios de un rojo similar al de las granadas. Respiré el aire primaveral antes de entrar a un parque cercano y sentarme en una banca que yacía bajo un árbol de cerezos. Los perfumes sublimes elevaron mi mente a lo más alto. Sí, soledad era todo lo que necesitaba… desconectarme de su presencia para poder respirar vida.

Los parques públicos en Londres son unos de los más hermosos que he visto (no es que haya visto demasiados); tenían un ambiente especialmente lleno de vida en esta época. Miré a mi alrededor imaginando las personas que habrán visto lo que yo veía ahora. Sonreí.

Fue entonces cuando el canto de un jilguerillo que estaba posado en la rama más alta de un frondoso roble captó toda mi atención. ¿Cómo era posible que las aves vivan tan plácidamente, entonando sus bellas canciones y volando con el mismo viento sin perturbarse por el mundo en el que viven? Parecen dadoras de vida, sabios seres que viven dentro de la poesía. Y claro, si nos referimos a la poesía de las aves como la capacidad de vivir la vida de esa manera tan placentera, tan libre, tan intocable…

Lo miré con preocupación y le rogué que no siguiera el camino que una vez siguió un ruiseñor, que no creyera en el amor humano, que no se sacrificara por una rosa. En ese momento sentí aún asfixiada usando mi propia piel.

¿Por qué mi vida no era similar a la de ellas? ¿Por qué no podía despegarme de esta vida material que llevaba, basada en placeres tan poco profundos?

Si tan sólo supiéramos vivir como las aves…

El sonido de risas me despertó de ese pensamiento, bajé la mirada para encontrarme a un niño quien, al verme, detuvo su carrera para inspeccionarme. Lo miré en silencio un largo rato, luego él me sonrió. Hay algo tan increíble en los niños, como si ellos realmente comprendieran el mundo mejor que nosotros…

Para mi sorpresa, el niño se agachó lentamente tomando un puño de tierra. Mi sonrisa de desvaneció, preguntándome qué haría. Él se levantó con una risa y me tiró la tierra en la cara.

Cerré los ojos molesta.

Los niños… ¡cómo si realmente pensaran en los demás alguna vez!

Apreté los ojos fuertemente soltando un quejido. Aquella criatura había arruinado mi momento poético; pero justo en ese momento mis facciones se relajaron. Algo hizo “clic” en mi cabeza. Suspiré, luego empecé a reír a carcajadas. No sé si el niño me estaba mirando, pero yo reía sin importar lo que había a mi alrededor. En ese momento entendí un poco más de la vida, pensando en las aves y su existencia. ¡Qué mal había entendido su mensaje!

Me levanté y caminé por las calles de esa hermosa ciudad durante el resto del día. Miraba a mi alrededor, a las personas, a las cosas. Me sentía un poco más libre de lo que me sentía antes, aquel insignificante hecho había alivianado y a la vez fortalecido mi espíritu un poco más. Deambulé por esas calles hasta caer el anochecer, decidiendo volver hacia donde estaba Comtesse.

Para mi sorpresa, la vi tirada en el suelo frente a nuestro apartamento, pasada de copas, con un aspecto sumamente desaliñado y desagradable. Tenía puesta una camisa que estaba totalmente abierta y unos pantalones de mezclilla con un cinturón desabrochado. No quise pensar qué estaba haciendo o por qué iba vestido de esa manera, en este momento ni siquiera me importó. Al verme venir, sonrió ampliamente.

--Sabía que volverías, dulzura—dijo con su voz grave y chocante, no me había acercado demasiado aún y pude oler su aliento a alcohol. La miré fríamente.

--¿Qué ocurrió? ¿dónde estabas?—le pregunté en un tono sombrío, él rió vulgarmente, mirándome con una mirada perdida.

--¡Fui a divertirme, bombón! ¡Tú ya te habías ido! Y también me sacaron del departamento…-- balbuceó buscando una botella vacía en el suelo. Yo contuve la respiración.

--¿Te sacaron?—

--Si… si, ya no es nuestro… debemos irnos—

Cerré los ojos un momento y suspiré resbalado una mano por mi cara. Me agaché para ayudarle a levantarse y coloqué su brazo sobre mi hombro. Estaba demasiado ebrio para caminar.

Algo en este evento no me estaba afectando por completo. No lo sé, tal vez estaba viendo las cosas desde otra perspectiva, tal vez algo dentro de mi había cambiado. Fuera lo que fuera ese día entendí la poesía fuera de los sueños y me adentré a la poesía de la vida; enseñada, si pones atención, por las mismas aves…

martes, 22 de marzo de 2011

Quisiera probar tu volátil alma...


Cigarette smoke
by ~laura-p


Quisiera desvanecerme en el aroma de tu cigarro, en el humo que vuela como hálito efímero mientras es expulsado por tus labios.

Quisiera consumirme en el secreto de tu mirada que navega entre mis besos y tu pensamiento; para así dejarte probar en mi cuerpo el tabaco que añoras bajo la luna de plata, bajo las llamas candentes que convierten tus sentimientos en el impulso del momento...

Si tan solo supieras cuánto quisiera apoderarme de la belleza que respiro al sentir tu cálido aliento sobre mi piel ardiente de deseos y anhelos...
... entonces sé me darías más que el único deleite de tu sabor a humo y fuego, sabor que me eleva a los más volátiles pensamientos...

("Deborah" en "Mariposa de Humo").


domingo, 20 de marzo de 2011

Fragmento de "Mariposa de Humo"...

DE AQUEL "AMOR QUE NO SE ATREVE A LLAMARSE POR SU NOMBRE" O, AL MENOS, UNO DE ESOS TANTOS...

Passion_by_Daron_Kel

No pienses en el género; éste no importa. Detrás del sol puede haber una luna.

(...)

Noté su tibio aliento sobre mi cara durante algunos momentos. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, sintiendo el calor que su cuerpo irradiaba sobre mi piel mientras se acercaba cada vez más. Sé que la oscuridad dibujó una sonrisa en su rostro cuando sintió mi respiración llena de nerviosismo, pues escuché una leve risa escapar de sus labios.

Oh, mi mundo entero paró, mi mente estaba alucinando, imaginando, sintiendo, anhelando…

Recuerdo haber cerrado los ojos cuando su nariz rozó con la mía, sintiéndome consumida en ese instante por su aliento, absorbida en la espera, deseosa de apoderarme de sus labios. Me aterré cuando volví a sentir que se alejaba, abriendo los ojos de golpe, añorando su calor y su propio encuentro.

Mi mente se llenó de desesperación al no volver a sentirla cerca, pasaron varios minutos y yo seguía sin tenerla. Bajé mi mirada, recuerdo haber tenido todos aquellos sentimientos ardiendo como llamas en mis adentros, tratando de ser apagados de golpe pero ardiendo como el sol mismo. Temblé ligeramente, mis ojos se humedecieron con frustración, solté un leve quejido dejando caer mis brazos. Escuché una risa cercana, mis sentidos se volvieron alertas de nuevo.

Pude sentirla respirando cerca de mi oído, mandando electricidad por todo mi cuerpo. Abrazó mi cintura con suma delicadeza, gruñendo suavemente con placer y derritiéndome con ello. Después besó mi cuello lentamente, cerré los ojos con fuerza, suspirando complacida, dejando que recorriera todo mi cuerpo con sus suaves manos. Me tomó de la cintura una vez más, volteándome hacia ella, apoderándose de mis labios en aquel instante. Me volvió suya en ese momento, se adueñó de mi aliento, absorbió todo el fuego que ardía dentro.

Fue como si mi alma se hubiera desgarrado de mi cuerpo y ahora volara en lo alto; mi mente se sentía absorta en un mar de sentimientos que gorgoteaban dentro de mi cuerpo…

Mis pensamientos flotaban en sus labios, en su bello cuerpo, en su indescriptible aroma. Atravesé galaxias, planetas y luceros, todo en un segundo entero…

Oh, aquella noche fue como si hubiera renacido por completo…

Mi mente daba vueltas mientras su pasión se adueñaba por completo de mi boca, alargando aquella delicia que experimentaba. No sé cuándo tiempo pasó, sólo sé que pronto estábamos contra la pared y ella probaba poco a poco distintas partes de mi cuerpo, saboreando mi piel, haciéndome explotar en sentimiento.

Me perdí en aquellos besos…

La luces se prendieron en el instante en que volvía a mis labios, tardé en abrir mis ojos sólo para encontrarme con una mirada muy distinta; ahora cálida y distante, tocando mi delicada alma. Respirábamos agitadamente, ella pudo darme una encantadora sonrisa. La miré sin pestañear, sin poder recuperarme…

Deseando más, cuánto lo deseaba…

Deseaba tenerla para mi, que ella se consumiera en mis adentros, que me provocara con cada acto, con cada beso, con cada caricia que tocaría mi espíritu en ese momento…

Rió con delicadeza, tomándome de la mano y arrastrándome lejos de aquel lugar lo más rápido que pudo. Yo estaba en un estado de “cielo en tierra”, abatido por aquella enorme pasión que quemaba mi piel y habitaba mi pensamiento.

La música sonó una vez más, suave, seductora y placentera.

Ella me condujo a una pequeña habitación, cerrando la puerta tras de si rápidamente y besándome con lentitud, con ansias de tomarme y apoderarse de mi cuerpo. Sus manos recorrían todo mi ser, las mías poco a poco comenzaron a hacer lo mismo. Yo dejé de ser yo misma, yo mismo; me volví nosotros en aquel instante.

Nuestra respiración se volvió cada vez más agitada, nuestra ropa abandonado nuestros cuerpos con una rapidez impresionante. Pude sentir su cuerpo contra el mío totalmente, haciéndome temblar e incinerando mi mente, mi sangre, mi piel, mi alma; penetrando la barrera más profunda de mis emociones, candentes y sin sustento.

Sonrió mientras me besaba, revolviendo mi cabello, tomándolo con fuerza durante un momento. Volvió a bajar lentamente con sus besos, rozando mi pecho, bajando hasta lo más oculto de todo mi ser. Me estremecí enloqueciendo con aquel sentimiento, perdiendo el conocimiento, nadando en las aguas de el más sublime deseo.

¡Cuánto experimenté aquella noche con su cálido cuerpo!

Probé sus apetitosos labios, devoré la fruta prohibida, me disolví dentro de un alma que iba más allá de la mía…

A veces desearía volver a aquel momento, hundirme en la más deliciosa ignorancia o volver a sentir la experiencia de descubrir un camino entre los campos de aquel cuerpo. Lástima que todo aquello era ahora sólo el pasado y que mi orgullo estaba primero.

Recuerdo cuando me dejé caer en aquella cama mientras él poseía mi ser, me tomaba como suyo mientras yo caía a sus pies gustosamente. El mundo no importaba, nada importaba, todo era irreal y difuso en mi mirada; sentimientos se desbordaban por mi boca, por mis ojos y por mi constante aliento. Pude haber muerto ahí mismo y aún estaría flotando en lo más alto del cielo, atravesando la barrera del tiempo.

Me perdí por completo en él y ella en mi… simplemente vivimos al mismo ritmo por algunos momentos, adentrando nuestro ser, nuestro cuerpo, mezclándonos en nuestra dicha interna como hálito y fuego. No supe cuándo terminó pero así fue, y me desvanecí en las sábanas que enredaban nuestros desnudos cuerpos…

Y ahora recuerdo aquel “amor que no se atreve a llamarse por su nombre” (fuera la clase de amor que fuera), pensando que a fin de cuentas, en aquel desfile de sensaciones, en aquel silencio creado por actos y sentimientos, nombrarlo nunca fue necesario. tristeza comenzño a s se quedaron atorados en un hoyo en el suelo. y mi coraz suficiente dinero ()luego ser recuperado por ella

domingo, 27 de febrero de 2011

El Aroma de Noche, Fogata y Sueño (Parte I)



Elements - Fire
by *CassiopeiaArt


Conocí un viento que me habló de libertad,
una rosa que me susurró bondad,
una llama que me cegó sin pensar,
y una canción que no puedo dejar de cantar.

jueves, 20 de enero de 2011

Cuerpo Blanco


Word of Your Body by ~Appleblossom-S
virginity by ~malice-lust
Angel eye by ~LimpidD


Era como el frágil cuerpo de una paloma blanca bajo las lluvias de marzo; tratando de refugiarse entre las plácidas ramas del árbol más cercano y apenas calentándose con los tenues rayos del sol que se asomaban entre las nubes.


Ella era como el susurro de las flores, el aroma que el viento transportaba desde esa pradera hasta el pueblo más cercano, donde finalmente se extinguía como un suave suspiro...


Sus ojos siempre abiertos, siempre soñando con galaxias y atravesando estrellas, constelaciones enteras...

... dormía sin tener esa visión amplia que le ayudaría a quedarse en alguno que otro astro para sentir el calor que incendiaría su cuerpo y alma.


Su mente siempre un paso adelante y su experiencia un paso atrás. Ella es la que espera en una burbuja de cristal, saboreando el aire agridulce desde su lugar, incapaz de tocar lo que su boca desea probar...



Una hermosa flor distante,

hoja que el viento no ha dado camino...


¿Quién es ella? pregunté, ¿quién es esa alma que parece esperar ansiosa al otro lado de la ventana?


¿Ella?


Ella es el cuerpo blanco de una rosa, con labios sabor a miel y fuego en la garganta.