NOTA:

NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.

miércoles, 28 de julio de 2010

El Sabor del Tiempo



Mira por la ventana hija mía, y dime qué es lo que ves:

Vidas, vidas y más vidas, suspendidas como figuras de hielo en la acera...
¿Puedes ver la sangre inocente correr como un río de vino añejo?
¿Acaso no ves tu pasado en las caras de porcelana fina de la gente extranjera?
Pues calla hija mía, calla y espera a que el mismo viento se atreva a susurrar tu nombre...



Ya no puedo sentir la luna sobre mi cabeza.
He dejado de sentir la tierra sobre mis pies.
El sol ya no susurra mi nombre con fuerza.
Y el oxígeno dejó de recrear mi bella niñez.

Sé que cuando crezcas, el mundo entero te dará la espalda...
Sé que cuando pienses, las palabras dejarán de explicarlo todo.
Sé que tu mundo será pintado con experiencias sobre el alba.
Y sé que buscarás el conocimiento más allá de ti de uno u otro modo.



Algún día alguien leerá estas palabras y entenderá su significado; o al menos eso es lo que espero.

Quiero parar el tiempo por un segundo y probar su sabor... un sabor que nadie ha podido experimentar por completo. Juntemos nuestras melancolías, pasiones, la rosa en el suelo del amor perdido, dolor y sufrimiento, experiencias y anhelos; juntemos todo y paremos el tiempo.

Detente...
Detente y prueba el sabor del tiempo.

Si el mundo parara por un segundo y dejara de ir tan deprisa...
Si dejaran de pensar en un futuro o en un "hubiera"...

Podrían saborear el tiempo.

No escuches el significado de la eternidad divina creada por el hombre, ya que ésta parece suspendida en la inmensidad. No, piensa en la eternidad de las cosas presentes, eternidad en constante cambio.

Y podrás saborear el tiempo.




Escucha.
Siente.
Vive.
Crea.
Sueña.
Realiza.
Anhela.



Y sólo así...
... podrás saborear el tiempo.

sábado, 24 de julio de 2010

Necesito un Minuto de Silencio



Que el mundo pare y pueda apreciar el tiempo...

Que las luces se apaguen y pueda mirar el cielo...

Necesito un momento en que mi vida sea completamente mía; que pueda atrapar anhelos y sentir los sueños como espuma en mis manos... y recobrar el aliento.

Quiero que la agonía sea como vino fermentado, que me consuma si desea y que al final me traiga algo de provecho. Bueno o malo no me importa, sólo un mejunje de mis propios hechos.

Deseo que la vida me deje algo útil y bien hecho...

Si todo el ruido parara y me dejara descansar un momento... entonces yo me sentiría como hoja al viento. Dejaría de pensar, de vivir al ver el tren pasar... y por fin podría respirar.

Cuánto lo anhelo, cuánto lo deseo... poder vivir por primera vez en mucho tiempo.

Deseo dejar de ver miradas vacías consumidas por mentiras, deseo olvidar aquellas vidas perdidas.

Deseo ser agua que fluye y se aleja de un mar profundo. Ser olvidada en un bosque y reposar en mis adentros.

Por favor cielo, tierra, sol y luna... necesito un minuto de silencio.

Y que cuando muera, sí, en mi propio lecho, pueda contar con una mano los momentos de quietud que me otorgó el cielo... y me alejó del infierno.


Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde ♥



Todo lo que necesitaba era vagar un solo día en Londres; con su aire ahumado, sus calles húmedas y su vida tranquila. Todo parecía pasar desde la máscara más sublime de hipocresía y gracia hasta la necesidad de la vida misma reflejada en la cara de un niño masacrado por la vida.

Sí; mi Londres, esa tierra cordial y severa, llena de reglas, viendo pasar a la alta sociedad como un pañuelo de seda y a los pobres como una rata viajera, viendo al niño como un ser estúpido y al bello joven como un anhelo del futuro. Todo eran máscaras y supervivencia.

Mi cabello rojizo se balanceaba con el pasar del viento mientras pasaba con gracia entre la gente. Nunca fui de clase media ni baja; más bien de una familia adinerada, de esas que están llenas de compromisos e invitaciones o que gozan de espectáculos de lo mejor de mundo. Desde nuestra época victoriana y desde mucho antes el mundo está sumergido en un vaivén de máscaras y apariencias.

Ese era nuestro Londres de la alta sociedad.

Cierto día de enero mi padre preparó una de esas fiestas a las cuáles van gente adinerada y artistas. Yo actuaba como una dama de mi posición, atendiendo a los invitados con gracia y compostura. Uno de ellos me llamó la atención.

-Señorita Catherine,- dijo uno de los hombres con los que mantenía una charla, un hombre apuesto llamado Lord Henry, con una peculiar manera de pensar -le presento a Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, un destacado poeta-.

Sonreí con gentileza haciendo una pequeña reverencia.

-Los dejaré solos, que ha llegado un buen amigo mío. Muchas veces me pregunto a quien llamar realmente un amigo, pero ustedes saben, debemos siempre dar una cara para poder resaltar. No es que me interese mucho hacerlo pero es algo que es interesante hacer en ocasiones. En fin, los dejo-. dijo Lord Henry tan cordial como siempre, con ese toque de misticismo que a muchos les perturba o atrae. A mi me parecía encantador.

Sonreí con amabilidad una vez más.

-¿Desde hace cuánto tiempo escribe, señor Wilde?- pregunté con curiosidad, él pareció tomar mi pregunta como algo cómico.

-¿Hay realmente un tiempo para un escritor? Si, llevo años. Por eso estoy dónde estoy ahora, señorita-.

Mi pregunta me avergonzó por un momento, al darme cuenta de lo tonta que era.

-Eso es un tanto cierto. Yo escribo de igual manera-.

-¿En serio? ¿Sobre qué podría escribir una señorita cómo usted?-

-Cosas que, al igual que usted, la gente no desea oír. Sentimientos olvidados, historias que el público considera inmoral pero, cómo usted dice, lo moral no existe en el arte-.

Me miró con un poco de impresión en su mirada; pensamientos como esos no eran normales en la clase alta de esa época. Las mujeres eran meros espejos y modelos, generalmente sin pensamiento. Había excepciones, claro.

-¿Ha leído alguna de mis obras entonces?- me preguntó ligeramente sorprendido.

-Por supuesto. Lo que usted escribe es atrayente y sublime-.

Pareció reír entre dientes, mirando la habitación.

-Dudo que pueda entenderlo...-

Me sentí ofendida; pero traté de no mostrarlo.

-Puede que entienda parte de ello-.

Rió más, pero no me contradijo. Sin embargo, vio algo en mi mirada que hizo que se callara y dejara que la curiosidad se apoderara de él.

-¿Cómo qué? Si es tan amable de decirme-.

Suspiré.

-La belleza como el centro de la vida, la manera en la que el arte es inútil pero debe reflejarla. Cómo en el arte no existe lo moral ni lo inmoral; o la manera en la que la vida no puede ser como en tantos cuentos de hadas con finales felices. Cómo la sociedad no es tan moral como parece, o que una verdad deja de ser verdad cuando nadie cree en ella ya que hemos sido acondicionados para ello. Que el arte malo es mucho peor que la ausencia de arte o que la vida imita el arte mucho más de lo que el arte imita a la vida. Eso, entre muchas otras cosas señor Wilde- dije con inocencia, mirando la expresión interesada en su rostro.

-Ya veo...- susurró, riendo esta vez con simpatía -Puede que ciertas perspectivas que tengo sean distintas. Sin embargo, ten cuidado. Nadie te escuchará allá afuera-.

Asentí, confundida. Mi rostro brilló de alegría súbitamente.

-¿No desea venir algún día a tomar el té?- pregunté con admiración.

-Lo lamento señorita, las mujeres siguen siendo criaturas muy extrañas para mi. Más usted si me lo permite decir, no deseo algún tipo de acercamiento por el momento. No quiero ser descortés pero es así-. me dijo, haciendo una reverencia y caminando hacia la puerta.

Un joven rubio con encantadores ojos azules lo miró.

Su actitud cambió... y se quedó un rato más.

Oh... el "amor al arte."


viernes, 9 de julio de 2010

ROSA EN ETERNO SILENCIO (Poema a mi madre)



Tengo un rosal en mis manos y una palabra en mis labios,

canto a ti, ¡oh dulce creadora! la alegría de mis sueños logrados,

planto semillas viejas en el nuevo campo de mis logros diarios,

resplandece en mi la mirada protectora de aquellos años amados.


Tú que me vigilas insistente,

tú me cobijas con tus brazos,

me das aliento del futuro inminente,

tú que me das alivio en tu regazo.


Poco sé yo de la vida misma,

poco sé yo de la creación divina,

poco sé yo de la gracia y la carisma,

poco sé yo de aquella luz que me ilumina.


Sin embargo, mi fortaleza es esa rosa en eterno silencio,

aquel vientre que tejió mis sueños en suave terciopelo,

el faro firme que guía los barcos entre el rotundo cencio,

aquella pared firme que no se rompe ni con el mismo anhelo.


Admiro tus sueños como los de un libro abierto,

disfruto tus risas que dieron dicha en inocentes tiempos,

escucho tus palabras en tu tono experto,

me embriago del cariño que brindas en oleajes inmensos.


Eres como la suave paloma en pleno vuelo,

eres la llama ardiente de fortaleza brindada,

eres aquel susurro que no se apaga en el viento,

eres la bella letra de la más dulce balada.


Si alguna vez encontré refugio entre tus faldas y sustento en tus pechos,

¿Qué será de mi al abandonar tu lecho?

¿Qué pasará cuando viva mis propios hechos?


Seré yo la paloma en pleno vuelo,

buscando darle a alguien algún día, el aliento.


Gritos del Alma



Soy el eterno pensamiento,

el susurro de un alma cansada,

la canción del constante viento,

la fuerza potente en llama esmeralda.


Habito en el alma más inocente,

soy el consuelo de la mujer amada,

vivo en el mundo más incoherente,

soy lo que evita a la vela apagada.


Soy una paloma viajera,

y aún así, una nave naviera.

Estoy en la sangre de tu cuerpo,

y por consecuente, en tus adentros.


Soy luz que atraviesa como lanza,

y por lo tanto, soy la esperanza.


Bella Dama, Frágil Dama...



Y mi mente se corrompe con dolor ajeno...


Me veo a mi misma sentada al otro lado del cristal empañado, sin consuelo.

¿Qué pasa? ¿Acaso es mi sensibilidad la que me hace temblar? ¿O es ese deseo de tranquilidad, aquello que te corrompe el alma al tenerla desnuda y mirar por la ventana?

Ese deseo nunca satisfecho.

Disculpen mi mente siempre alerta, disculpen mi lamentos, todo esto no es más que un sueño.
La vida es una canción tocada por el suave violín, canción y letra que se las lleva el viento...

Y al final lo que queda es nuestro propio silencio.

Silencio que no son nubes, no es sol ni cielo.
Silencio que no son estrellas, sino puro aliento.
Aliento que se desvanece, aliento que se siente pero nunca permanece.
Así es la vida, abstracta y ambigua.

Pero siento yo al mirar por la ventana y pensar un poco...
¿Acaso esa vida frente a mi no es frágil como hojas al viento?
Disculpen mis pensamientos, disculpen mis sentidos que salen de mi propio ser para meterse en otros pero...
¿no es triste ver a alguien desplomándose como arena y mar en sus adentros?

Y llega el sentimiento de que te importe alguien y compartas dolor y sueños...

Ver a un ser perderse y caer por el abismo, ver a un alma extraviada sólo con placeres simples y nada más que eso.

Eso, para mi, es una pérdida de tiempo.

¡Oh bella flor divina que ha quitado sus espinas para ser recogida!
No caigas en lo que una mariposa ha caído ante la voraz planta, no te guíes por el aroma de la vida placentera.
Pero soy sólo un alma pasajera que nadie escucha sus lamentos, mientras miro y escucho otras vidas corrompidas por tu mismo cuerpo.

Vivo soñando con un distinto cielo.

Pero esto no es mi vida ni mi problema es aquello,
así que estas vastas palabras...

¡Qué se las lleve el viento!


~ El Violín ~



~~~~~

Aquel lugar causaba en mi una sensación de vacío, como si las paredes húmedas y el piso hecho de madera vieja reflejaran el sentimiento de soledad que abundaba en mi corazón. Rayos tenues provenían de una abertura en el techo y apenas lograban dibujar en mi alma un hilo fino de esperanza, él único sentimiento que hacía que me mantuviera con vida.

El viento parecía susurrar mi nombre...

Mi mirada se mantenía en aquella luz, como si temiera que me abandonara.

Y entonces la noche más fría comenzó a apoderarse de mi alma lentamente, alejando mis sueños, apagando la luz de esperanza.

Estaba sola, no podía hacer nada al respecto. Mi vida era un mar de confusión que me abatía como la más violenta marea, dejándome al final en una isla desierta y sumergiéndome en la más amarga tristeza. Recuerdos de mi infancia llegaban a mi, al verme separada de mis padres por la reciente guerra y siendo nómada desde entonces; sin hogar, sin esperanza...

Y entonces...

... lo escuché.

Un violín melancólico se elevó entre el rotundo silencio, arrancando mi alma de su pesar. Era un sonido apasionado, profundo y suave; como el sonido de mil almas elevándose hasta el cielo. Me levanté instantáneamente de mi lecho, y mis ojos se asomaron por la oxidada cerradura de la vieja puerta.

Un hombre estaba al final del pasillo fuera de mi habitación. La luz de la luna lo iluminaba, mientras él tocaba la sublime melodía. Sus ojos permanecían cerrados, elevando el sonido bajo y grave de su instrumento hacia un sonido más fuerte y agudo, dejando al desnudo su alma apasionada.

El sonido consumía mi alma, cada nota extraía de mi ser el más hermoso sentimiento.

Mi alma inestable se maravillaba con el más mínimo movimiento.

Lágrimas inundaron mis ojos soñadores, como si esa música fuera la solución a todas mis penas. Era como la mano cariñosa de una madre que me mecía en mi cuna.

"Descansa, sueña ya, que mucho has vivido en esta vida".

Parecía decir.

Y fue como poco a poco cerré mis ojos...

"No temas más, que la recompensa a tu sufrimiento llegará".

Y una luz más intensa aún pareció brillar en lo más profundo de mi alma...