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NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.
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sábado, 17 de diciembre de 2011

La metamorfosis policromática



I

Desperté una buena mañana de otoño con la silueta de una rosa dibujada en mi muñeca. Apenas abrí los ojos pude verla, frente a mi, marcando mi día entero con su misteriosa aparición. Tardé en reaccionar y en darme cuenta de que el sol ya brillaba con intensidad. Era hora de que volviera a la realidad.

La toqué con mi dedo índice. No sentí nada. Era como si siempre hubiera estado en mi piel, a pesar de que su tono rojizo me hiciera pensar en una cicatriz. Tampoco había dolor. Intenté borrarla con agua y jabón y ni siquiera de desvaneció un poco. Al no poder eliminarla con éxito, la oculté detrás de una playera de manga larga y salí de mi casa. Aún así, la duda sobre el origen de esa marca me persiguió durante todo el día.




II

La sombra al otro lado de aquel pequeño local. Ente dulce y sutil, con intensiones ocultas, tomando café de la gran taza con ambas manos. Su mirada brillante y soñadora repasa cada una de las manchas en la pared. Apenas nota mi presencia cuando me siento frente a ella.

-Sí, existes. Siempre lo había presentido.

Ella regaló dulce sonrisa y me acarició con su mirada.

-Siempre he estado aquí, esperando. Muchos creen que soy dos figuras físicas con emociones, pero se equivocan. Exito de una manera u de otra, en algún lado, como idea, como algo que se pretende definir. Ahora me tienes. Ahora me vives. Dulce criatura inocente, no debes desperdiciarme.

-No lo haré. Aunque me das algo de temor…

Ella sonrió de nuevo y bebió de su taza de café mientras me miraba. Luego tomó mi mano y me llevó arriba, donde la luna brilla y las estrellas pueden tocarnos.

-Conmigo siempre vivirás en la incertidumbre—me dijo –Es parte de mi encanto. Respírame y déjate llevar por el viento cargado de esporas. La vida te espera.

Me regaló un beso, y cuando estuvo segura de que estaba llena de pies a cabeza con mil palabras y silencios… desperté.




III

Ayer te dije tantas cosas que a penas puedo recordar en este momento. Te mostré el sol de las cinco y navegamos entre las personas como su fuéramos espectros. Al final todo dejó de importarme, sólo planeaba habitar este mismo espacio contigo.

Una estrella fugaz brillaba en mi garganta. Aún así, la luz se concentraba en mi pecho y no podía salir correctamente por mi boca.

Quiero que avances hacia el horizonte y me digas si, en el ocaso, puedes caminar sobre esa nube que se funde con el suelo antes de que el día se acabe. Si llegas al mundo de los muertos lo habrás logrado. Si de pronto caminas entre las estrellas estarás soñando. Sea como sea, será difícil regresar… a menos que te cubran mis frágiles brazos.



IV

Tú.

Sí, usted, aquel hombre al otro lado de la habitación. Querido caballero, ¿cómo se encuentra? No tiene idea de la cantidad de planes que flotan en mi cabeza. Planes para usted.

No, espere, no me mire de ese modo. Planeo hacer que su existencia sea, paulatinamente, más divertida. No sólo pasable, escuchó bien, divertida, y además, magnífica. Usted y yo tenemos un trato de ahora en adelante, yo misma lo establezco.

Planeo compartir secretos con usted. Ah, pero no cualquiera, algunos lo harán soñar y otros lo harán sufrir, no importa. Es parte de vivir.

También planeo que usted tenga muchos obstáculos para obtener lo que quiere. No, no me vea mal, si lo consigue fácilmente no valdrá la pena. Además, si se cae lo levanto, ¿le parece? No me importa que decida morir, al fin que sé revivir a los muertos. Le daré una espada, con eso usted luchará. Cuando lo logre me lo agradecerá.

Después… bueno, pienso en unas vacaciones en un mundo paralelo. Le haré disfrutar cada paso que de en él, ¿suena tentador, verdad?

En fin, lo conquistaré cada día que pase. Esa es la diversión que viene conmigo. Desenmascararé el mundo y dejaré que usted lo desenmascare conmigo. Veo que sonríe… usted ya aceptó. Espero que no se arrepienta. Puedo sacar mil sorpresas debajo de la manga, ocurrencias absurdas, digresiones diversas, notas al margen de la página de la vida, usted sabe. Si le ríe, el banquete de maravillas va por mi cuenta.

Sin embargo, hay una fatalidad; tal vez uno de los dos se canse en el camino. Entonces me usted dice si ya no hay trato. Guardaré todos los recuerdos en una caja y se los daré, a ver qué piensa. Espero que tengamos mucha energía, el sol nos alimenta. Si no, no lamentaré nada. Mientas la obra de la vida continúe y sigamos danzando en ella sólo buscaré su complacencia.

Bien, su turno.


IV

Una anaconda de estrellas surca el cielo, se enredó en la luna y la bajó a mis pies. ¿Qué pasa si la piso? ¿En qué especie de viaje me he metido?

Oh, la poca experiencia. Al salir de ese útero ni siquiera pensé que viajaría.

Bienvenue, c’est la vie, ma cherie!




(Fotos, en orden: Doubt by ~selmakoparan / Coffee by ~Lestrovoy / Girl And The Universe by ~xroxyfoxyx / ocaso by ~kancano-d424kcn / Hidden Glory by ~LivanaCelosia / Hidden place to dream by ~ConigliettoRosa / Foto mía tomada por mi / Fear by ~theflickerees).


domingo, 18 de septiembre de 2011

Prométeme que vivirás
(trabajo final de un curso en línea)


The Tree of Books by ~vladstudio


Aún recuerdo aquel otoño en el que, atraído por el aroma a pino, caminé sin pensarlo dos veces por el bosque que estaba atrás de la iglesia olvidada. Lo sé, tal vez fue lo más tonto que he hecho; pero no me arrepiento. Arrepentirse de la vida siempre me ha parecido algo absurdo. Es como borrar el camino ya andado para luego darse cuenta horrorizado de que has borrado toda tu existencia y de que ahora careces de identidad. Así de sencillo.

Ese día caminé sin que me importara lo que dejaba atrás. Una luz tenue hacía brillar mi cabello salpicándolo de luz de vez en cuando, jugando con las sombras y alterando mi imagen. Se oía el claro chocar del agua contra alguna roca lejana mezclado con el cantar de algún ruiseñor en plena mañana; a parte de eso, todo estaba en silencio. Yo estaba perdido en mis pensamientos, captando todo eso con el subconsciente pero sin prestar atención realmente. Algo me alteraba y me atraía como un imán a no se dónde. No necesitaba saberlo. No quería saberlo. Mi mente obedecía automáticamente como siguiendo el viento.

¿Alguna vez han seguido sus instintos sin usar su mente siquiera? Cosa difícil, pero a veces posible; en especial si todo de pronto deja de tener sentido. Una fuerza me arrastraba lejos de casa y lejos de mis problemas. Mi hermana seguía amargándome la existencia con sus líos de adolescente fugaz y yo estaba cansado de ayudarla. Aún no comprendo por qué seguía haciéndolo, ella sola se dirige a los hombres mayores y los engatusa para luego joderlos (disculpen la palabra). Yo sólo era parte del escenario. Estaba cansado de eso.

Caminé sin rumbo y sin darme cuenta del paso del tiempo. De pronto, algo me hizo despertar de este extraño trance y mirar a mi alrededor. Algo había cambiado, pues el ambiente no era el mismo que cuando empecé a caminar. Me encontraba en un valle de sombras; la luz apenas entraba entre el follaje, la vegetación bajo mis pies era escaza y los sonidos se habían esfumado casi por completo. Un temor repentino comenzó a apoderarse de mi al no saber dónde me encontraba ni cómo regresar.

Lo peor fue que me di cuenta de que no estaba solo.

-Kael…- susurró una voz a un lado mío. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

Miré de soslayo hacia el lugar donde se escuchaba la voz. Me impactó mucho lo que vi.

Un pequeño hombrecito de no más de un metro de alto me observaba desde las sombras. Una capucha color avellana cubría su rostro, aunque podía ver claramente una nariz aguileña asomándose de ésta. Se la quitó con sumo cuidado con sus dos manos, las cuáles parecían de paja. Noté con horror que no tenía ojos.

-… ¿qué eres?- pregunté asustado. Comencé a pensar que todo esto era otro sueño absurdo.

El hombrecito no dijo nada, sólo apuntó hacia un punto en específico con su extraña mano. La seguí con la mirada y me topé con un enorme árbol hecho de libros.

-Prométeme que vivirás…- susurró con una voz ronca.

Y entonces, desperté.

Sí, todo fue un sueño. Podía escuchar a mi hermana del otro lado de la casa hablando con otro hombre. Me paralicé, sin entender por completo que había pasado. Miré el cuchillo que había dejado antes de acostarme, como un pequeño plan, sobre mi cama. Luego vi un libro que había sacado hace poco de la biblioteca sobre mi buró.

Todo era tan extraño…

El cuchillo de pronto dejó de ser parte de algún plan. Tomé el libro lentamente y miré su portada con cariño, como cuando te encuentras a un amigo perdido.

El mundo vive, se llamaba. Su portada era de un árbol hecho de libros.

Y entonces, volvió a tener sentido.


miércoles, 31 de agosto de 2011

Hagamos un pacto de vida.


attak by ~durcka


PARA MIS COMPAÑEROS LETREROS QUE APENAS CONOZCO:


Hagamos un pacto de vida mientras sangramos tinta. Prometamos que, cuando el crepúsculo se apodere del cielo a pinceladas, seguiremos de pie tratando de borrarlo con luz atrapada en esferas de colores.

Será difícil respirar; pero no necesitamos aire.

Promételo.
Hagamos el pacto bajo la lluvia sensual de las pasiones. Jurémoslo con nuestro aliento caliente sabor cacao.

Júralo.
Pintemos con nuestra piel los árboles y sumerjámonos en el pasto suave del círculo de hadas flotantes. Saboreemos las esporas y traguémonoslas con deleite. Son como ideas; flotan y llegan a nuestras mentes de marfil, volviéndonos carne.

Ámalo.
Ama porque sí. Ama porque amar da sonrisas. Sólo amemos hacer lo que hacemos, amemos estar parados sobre tierra y dejemos que el viento arrastre nuestros cabellos como el mar arrastra a la arena.

Sí; eso es todo lo que quiero. Quiero que cantemos dentro de nuestros cuerpos. Sé que no somos uno aunque a la vez lo somos; pero quiero que hagamos un juramento. Sólo porque nos conocimos, sólo porque nos topamos. Quiero que sintamos y respiremos porque somos lo que somos.

Vamos, prometámoslo. Es como si te lo estuvieras diciendo a ti mismo. Esto es por ti; y lo digo en conjunto porque sé quiénes somos. Estamos totalmente solos, pero de vez en cuando nos fusionamos entre soledades que se vuelven fundamento.

Hagamos un pacto de vida: VIVIR.

domingo, 7 de agosto de 2011

Pensamientos de media noche



Respiro vida porque es diversa.
Respiro vida porque me mata.
Y así estoy en el paraíso ♥


martes, 5 de abril de 2011

Pensamientos de Deborah (de mi novela "Mariposa de Humo"):

La poesía de las aves

Goldfinch by ~Alipipi


Nunca olvidaré aquel aroma a jazmín que entraba por la ventana de ese pequeño departamento en Londres. El perfume de la mañana era exquisito; y combinado con los cantos de los ruiseñores formaban el perfecto paraíso para mi. Esas mañanas de primavera siempre permanecerán en mi mente como el suspiro que encontré a la vida que había llevado hasta entonces.

Recuerdo que cierto día desperté justo en el momento en el que salía el sol. Una luz fina de color dorado entraba por el ventanal que estaba a un costado de la cama, atravesando las cortinas que se movían con el viento siendo bellos velos bordados color blanco, transparentes y ligeros. Comtesse yacía a mi lado, aún dormida, una sábana enredada alrededor de su cintura y cubriendo su desnudo cuerpo. La luz no llegaba a tocarla aún, pero podía ver cierto resplandor en su pálida piel.

Me levanté atraída por la majestuosidad del amanecer, sentándome en el alféizar de la ventana (el cuál sobresalía lo suficiente como para que pudiera posarme completamente en él, las cortinas separándome del resto de la habitación). Suspiré recargando mi cabeza en el cristal, sintiendo el frío del ambiente. El rocío de la mañana empañó un poco las ventanas, limpié el cristal con una mano.

En ese momento me sentía sumergida en un sueño que me parecía tan irreal y placentero que hacía que hubiera en mi cierto temor de que no fuera cierto, de que acabara pronto. Miré las calles con melancolía, con añoranza; veía poesía en todos lados, poesía que elevaba mi espíritu e impedía que se colapsase. Sin embargo, algo en ella parecía frágil dentro de mis pensamientos.

Me levanté después de un rato, terminando de vestirme sólo para volver a la ventana, esta vez sentándome cerca de las cortinas. El sol ya estaba cubriendo la habitación casi por completo, escuché a Comtesse moviéndose en la cama. La miré mientras abrazaba una cortina recargando mi cabeza en la pared, sumergida en mis pensamientos. Ella dio una vuelta, suspirando mientras parecía volver a la vida después de un largo sueño.

--¿Deborah?—preguntó al no sentirme a su lado, luego abrió los ojos lentamente sin moverse. Me vio en la ventana y sonrió suavemente.

--Oh, querida… abrazando esa cortina que cae entre tus piernas, con esa mirada tan soñadora y la frescura de la mañana serías una de las cosas más perfectas que haya visto… si estuvieras desnuda—me dijo con una risa, incorporándose en la cama con un bostezo. Yo sólo la miraba sin hablar, no tenía ánimos de nada.

Sin pensarlo dos veces volvió a caer en la almohada, cerrando sus ojos una vez más. El cálido olor de su cuerpo llegó a mi, haciendo que también los cerrara por unos segundos. Comtesse dio una vuelta en la cama, enredándose aún más con las sábanas y colocándose bocabajo usando sus brazos para apoyar su mentón. Abrió los ojos poco a poco sin mirar nada en específico. El silencio nos cubrió a ambas.

Algo que estaba atorado en mi garganta quiso salir en ese momento. El temor de saber la respuesta hizo que mi labio temblara ligeramente con un suspiro, sus ojos me apuntaron rápidamente.

--Comtesse…-- susurré con la mirada en el piso, temiendo encontrar la suya. Ella aguardó en silencio a que continuara.

--Comtesse… tú… ¿tú me…?—sentí como mi voz se quebró en ese momento. Cerré mi boca tragando con dificultad, luego suspiré lastimosamente.

--Comtesse, ¿sientes algo… por mi?—dije finalmente en un susurro apenas audible. Mi labio inferior seguía temblando, mi mirada estaba llena de temor.

La oí suspirar mientras volvía a acomodarse. No me contestó, su silencio hizo que mi corazón latiera frenéticamente añorando tener el suyo, la miré con preocupación. Esta vez estaba bocarriba, mirando el techo con sus dos manos detrás de su cabeza.

Me levante mientras el sentimiento se apoderaba de mi, dirigiéndome a la puerta con un leve sollozo. Ella se volteó una vez más, mirándome mientras la abría. El frío y húmedo viento del ambiente londinense entró a la habitación, desconcertándome.

--No te vayas de ese modo…-- susurró secamente, yo la miré tratando de tragarme mis sentimientos. Me sonrió rápidamente, yo cerré la puerta lentamente.

--¿Por qué no lo haría?—susurré. Ella me miró gravemente. Estaba asfixiándome con su silencio, parecía carcomer mis adentros.

--¿Cuándo te ha faltado algo conmigo?—susurró, yo me recargué en la pared cabizbaja.

--Nunca…-- respondí, ella sonrió placenteramente.

--Entonces, ¿por qué te irías?—

Callé sin saber qué contestarle, luego la miré a los ojos con valentía. Algo estaba hirviendo en mi sangre.

--Comtesse… por favor dime, ¿qué soy para ti? ¿qué he sido todo este tiempo?—pregunté insistente, ella abrió ligeramente la boca desviando mi mirada, luego rió amargamente.

--¿Es necesario ponerle palabras a algo como esto?—masculló. Yo bajé la mirada una vez más. ¿Realmente era necesario?

Abrí la puerta sintiendo el impulso de largarme de ahí y aclarar mi mente. Su voz paralizó mis acciones una vez más.

--Pero… te necesito—dijo con una mirada inocente. Una frase tan simple y cliché como esa hizo que se me helara la sangre. Di la vuelta lentamente para mirarla a los ojos, los cuáles me expresaban poco en ese momento.

--¿Para qué?-- pregunté en un tono frío, sintiéndome herida. Ella sonrió con dulzura.

--Para poder respirar... para vivir-- me dijo, haciendo una mala imitación de mi poesía. Yo sólo bufé y salí de la habitación... sólo para darme cuenta de lo mucho que quería volver.

*********

Las solitarias calles fueron mi mejor compañía. Había algo en el viento que parece comprender tus pensamientos, aligerar tu espíritu y consolarte en tus más oscuros momentos. En este preciso instante la soledad era lo que más me apaciguaba, me hacía añorar la compañía de ese ser que se había vuelto todo en mi vida… pero a la vez me ayudaba a darme un respiro a mi misma.

¿Por qué parecen ser los edificios a mi alrededor tan inmutables? Todo cambia, pero ellos parecen permanecer en las entrañas de tiempo, observando cada movimiento, siendo escenarios de tantos momentos. Yo me sentía tan frágil y cambiante, mi alma observaba hechos y sentía toda clase de emociones, pero mi cuerpo era tan mutable como ésta. Detesté mi fragilidad, mis metamorfosis, mi vida entera. Poco sabía yo que de metamorfosis vivimos y de cambios subsistimos.

Ella venía a mi mente como una hoja es arrastrada por el viento hasta el estanque de mis pensamientos. Su ligera risa que oculta dolores que yo desconocía; su hermosa mirada que parecía retener mundos enteros que nunca ha dejado salir; aquella sonrisa que pretende ocultar sentimientos asfixiantes; ese cuerpo tan bello, sus muy poco pronunciadas pero exquisitas curvas, su firme pecho, sus suaves manos, su cálida y exótica piel que sabe al más delicioso fruto y, hasta eso, su masculinidad adornada con su fina naturaleza… todo aquello era suficiente para que siguiera volviéndome demente. Era como la esfinge en el desierto de Guiza, ocultando tantos secretos que han presenciado aquellos ojos borrados con el tiempo, reconstruyendo su cuerpo dañado a través de tantas épocas distintas, tomando algo de cada una, armando un caparazón de lo que el mundo le traía para no desplomarse como arena en el desierto. Ella era la majestuosa figura que vigilaba el alba protegiendo el pasaje entre lo vivo y lo muerto, entre mi alma y su propio sustento; y todo aquello era lo que me parecían tan misterioso y atrayente.

Oh, la poesía surgía una vez más en mi mente, manchando mis labios de un rojo similar al de las granadas. Respiré el aire primaveral antes de entrar a un parque cercano y sentarme en una banca que yacía bajo un árbol de cerezos. Los perfumes sublimes elevaron mi mente a lo más alto. Sí, soledad era todo lo que necesitaba… desconectarme de su presencia para poder respirar vida.

Los parques públicos en Londres son unos de los más hermosos que he visto (no es que haya visto demasiados); tenían un ambiente especialmente lleno de vida en esta época. Miré a mi alrededor imaginando las personas que habrán visto lo que yo veía ahora. Sonreí.

Fue entonces cuando el canto de un jilguerillo que estaba posado en la rama más alta de un frondoso roble captó toda mi atención. ¿Cómo era posible que las aves vivan tan plácidamente, entonando sus bellas canciones y volando con el mismo viento sin perturbarse por el mundo en el que viven? Parecen dadoras de vida, sabios seres que viven dentro de la poesía. Y claro, si nos referimos a la poesía de las aves como la capacidad de vivir la vida de esa manera tan placentera, tan libre, tan intocable…

Lo miré con preocupación y le rogué que no siguiera el camino que una vez siguió un ruiseñor, que no creyera en el amor humano, que no se sacrificara por una rosa. En ese momento sentí aún asfixiada usando mi propia piel.

¿Por qué mi vida no era similar a la de ellas? ¿Por qué no podía despegarme de esta vida material que llevaba, basada en placeres tan poco profundos?

Si tan sólo supiéramos vivir como las aves…

El sonido de risas me despertó de ese pensamiento, bajé la mirada para encontrarme a un niño quien, al verme, detuvo su carrera para inspeccionarme. Lo miré en silencio un largo rato, luego él me sonrió. Hay algo tan increíble en los niños, como si ellos realmente comprendieran el mundo mejor que nosotros…

Para mi sorpresa, el niño se agachó lentamente tomando un puño de tierra. Mi sonrisa de desvaneció, preguntándome qué haría. Él se levantó con una risa y me tiró la tierra en la cara.

Cerré los ojos molesta.

Los niños… ¡cómo si realmente pensaran en los demás alguna vez!

Apreté los ojos fuertemente soltando un quejido. Aquella criatura había arruinado mi momento poético; pero justo en ese momento mis facciones se relajaron. Algo hizo “clic” en mi cabeza. Suspiré, luego empecé a reír a carcajadas. No sé si el niño me estaba mirando, pero yo reía sin importar lo que había a mi alrededor. En ese momento entendí un poco más de la vida, pensando en las aves y su existencia. ¡Qué mal había entendido su mensaje!

Me levanté y caminé por las calles de esa hermosa ciudad durante el resto del día. Miraba a mi alrededor, a las personas, a las cosas. Me sentía un poco más libre de lo que me sentía antes, aquel insignificante hecho había alivianado y a la vez fortalecido mi espíritu un poco más. Deambulé por esas calles hasta caer el anochecer, decidiendo volver hacia donde estaba Comtesse.

Para mi sorpresa, la vi tirada en el suelo frente a nuestro apartamento, pasada de copas, con un aspecto sumamente desaliñado y desagradable. Tenía puesta una camisa que estaba totalmente abierta y unos pantalones de mezclilla con un cinturón desabrochado. No quise pensar qué estaba haciendo o por qué iba vestido de esa manera, en este momento ni siquiera me importó. Al verme venir, sonrió ampliamente.

--Sabía que volverías, dulzura—dijo con su voz grave y chocante, no me había acercado demasiado aún y pude oler su aliento a alcohol. La miré fríamente.

--¿Qué ocurrió? ¿dónde estabas?—le pregunté en un tono sombrío, él rió vulgarmente, mirándome con una mirada perdida.

--¡Fui a divertirme, bombón! ¡Tú ya te habías ido! Y también me sacaron del departamento…-- balbuceó buscando una botella vacía en el suelo. Yo contuve la respiración.

--¿Te sacaron?—

--Si… si, ya no es nuestro… debemos irnos—

Cerré los ojos un momento y suspiré resbalado una mano por mi cara. Me agaché para ayudarle a levantarse y coloqué su brazo sobre mi hombro. Estaba demasiado ebrio para caminar.

Algo en este evento no me estaba afectando por completo. No lo sé, tal vez estaba viendo las cosas desde otra perspectiva, tal vez algo dentro de mi había cambiado. Fuera lo que fuera ese día entendí la poesía fuera de los sueños y me adentré a la poesía de la vida; enseñada, si pones atención, por las mismas aves…

domingo, 27 de febrero de 2011

El Aroma de Noche, Fogata y Sueño (Parte I)



Elements - Fire
by *CassiopeiaArt


Conocí un viento que me habló de libertad,
una rosa que me susurró bondad,
una llama que me cegó sin pensar,
y una canción que no puedo dejar de cantar.

miércoles, 11 de agosto de 2010

La Vida y Su Camino




No lo sé, no sé cómo llegué a esta conclusión...

Es como si hubiera vivido cierta cantidad de cosas, pero he vivido tan poco...
Es como si mi alma tuviera recuerdos, es como si tuviera experiencias...

Y yo sé que las tiene; dentro, tan dentro...

Han llamado sabias a mis palabras, han apreciado mis consejos; muchas cosas no sé de dónde vienen, sólo sé que soy yo, que disfruto quien soy y cómo soy, y que por alguna razón las personas acuden a mi con frecuencia, de la nada.

Es como si una luz se desprendiera de mi cuerpo.

Van dos veces que me preguntan qué es la vida para mi. ¿Qué significa? ¿Cómo es?

¿Mi respuesta?

La siguiente; te pintaré la vida en un cuadro de palabras:


Caminamos por un camino recto, dónde no podemos detenernos.

Hay cosas a los lados del camino, cosas que muchas veces no vemos o alcanzamos a ver realmente poco.

Esas cosas... son nuestros errores, lo evidente, secretos; cosas que desconocemos, que no vemos, que ignoramos...

Y sí, el camino está lleno de obstáculos. Muchos son difíciles como una montaña enorme, otros son dolorosos como fuego ardiente bajo nuestros pies; otros son minúsculos, que no llaman la atención, como arena movediza. Al caer en ella podemos hundirnos en nosotros mismos, aunque sea pequeña, aunque podamos salir con facilidad; sin embargo, nos consumimos en nuestros adentros.

Hay tantos, tantos obstáculos...

Existen diferentes lugares donde el camino de divide. Son otros caminos ya predichos y creados, el destino mismo; sin embargo, nosotros decidimos cuál tomar.

Elegimos el destino predicho.

La vida es una búsqueda con una venda al caminar por ese camino. No vemos, somos ciegos y torpes; tropezamos. Pero a veces aprendemos a escuchar y a sentir, no sólo a ver, y avanzamos con menos dificultades o superamos obstáculos.

A veces aprendemos al tropezar y no tropezamos de nuevo...
... a veces no.

Ese camino te marca porque vas creciendo y aprendiendo en él.

Siempre te encuentras solo. Nadie puede caminar por ti, nadie puede guiarte en el camino. A veces te encuentras a otras personas, pero están igual de perdidas que tú. Pueden ayudarte o destrozarte.


Y el camino solamente es, existe... sin detenerse.
Pasa... y eso es todo.

ES LA VIDA.

No es buena ni mala.
No es bella ni horrible.
No es fácil ni difícil.
No es bien ni mal.
No es Cielo ni es Infierno.

Solamente...

...ES.


miércoles, 28 de julio de 2010

El Sabor del Tiempo



Mira por la ventana hija mía, y dime qué es lo que ves:

Vidas, vidas y más vidas, suspendidas como figuras de hielo en la acera...
¿Puedes ver la sangre inocente correr como un río de vino añejo?
¿Acaso no ves tu pasado en las caras de porcelana fina de la gente extranjera?
Pues calla hija mía, calla y espera a que el mismo viento se atreva a susurrar tu nombre...



Ya no puedo sentir la luna sobre mi cabeza.
He dejado de sentir la tierra sobre mis pies.
El sol ya no susurra mi nombre con fuerza.
Y el oxígeno dejó de recrear mi bella niñez.

Sé que cuando crezcas, el mundo entero te dará la espalda...
Sé que cuando pienses, las palabras dejarán de explicarlo todo.
Sé que tu mundo será pintado con experiencias sobre el alba.
Y sé que buscarás el conocimiento más allá de ti de uno u otro modo.



Algún día alguien leerá estas palabras y entenderá su significado; o al menos eso es lo que espero.

Quiero parar el tiempo por un segundo y probar su sabor... un sabor que nadie ha podido experimentar por completo. Juntemos nuestras melancolías, pasiones, la rosa en el suelo del amor perdido, dolor y sufrimiento, experiencias y anhelos; juntemos todo y paremos el tiempo.

Detente...
Detente y prueba el sabor del tiempo.

Si el mundo parara por un segundo y dejara de ir tan deprisa...
Si dejaran de pensar en un futuro o en un "hubiera"...

Podrían saborear el tiempo.

No escuches el significado de la eternidad divina creada por el hombre, ya que ésta parece suspendida en la inmensidad. No, piensa en la eternidad de las cosas presentes, eternidad en constante cambio.

Y podrás saborear el tiempo.




Escucha.
Siente.
Vive.
Crea.
Sueña.
Realiza.
Anhela.



Y sólo así...
... podrás saborear el tiempo.