NOTA:

NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.
Mostrando entradas con la etiqueta Oscar Wilde. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Oscar Wilde. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de marzo de 2012

Algún día...






Algún día viajaré para llegar a ti. Cuando lo haga llevaré conmigo tres cosas esenciales: un ramo de claveles color verde, un lápiz labial rojo y mi corazón. Cuando vea tu tumba no podré evitar sonreír; tal vez una lágrima fugitiva se resbale por mi mejilla. Me sentaré a tu lado, te daré las flores, miraré las estrellas y en esa fría piedra dejaré un beso como muchos lo han hecho ya (y si no puedo, se lo enviaré a la estrella más brillante). Cerraré los ojos y buscaré tus palabras en el viento o en el canto de algún ruiseñor a la luna. Dejaré que me guíes como lo haz hecho hasta ahora. Te agradeceré en silencio y le dejaré a quien está contigo una rosa roja por la tormentosa constancia del amar...


viernes, 11 de noviembre de 2011

Digresión






Puede que suene absurdo, pero esta mañana el sabor de la leche era diferente.

Puede que suene ridículo, pero por más seria que yo estuviese en el espejo, mi reflejo sonreía más y más.

Puede que suene estúpido, pero camino a la universidad el gato del vecino ahora era un Huskey Siberiano.

"El señor Desmond está jugando de nuevo" pensé, pues lo que había a mi alrededor era "curioso", "misterioso", "chistoso", "agradable" y "extraño". Pero yo sólo sabía una cosa; "tal vez las cosas no pudieron haber sido de otra forma". Muy al "destino griego", él lo sabe.

¡Demonios! No recuerdo la frase. Era algo así como "el azar no es suficientemente inteligente para actuar por si mismo"; o, al menos, esa es la idea principal. Tenía que ver con recortar palabras del periódico y lanzarlas; es aleatorio, pero necesita algo que lo mueva. Amé esa idea.

¿Desde cuando esas ridículas botas verdes fueron sustituidas por un buen traje estilo "dandy"? No lo sé, pero le agradezco a mi abuela por haber ayudado con el Mesón, a mi tío por seguir ahí y abrir la sucursal en Zacatecas, a mi padre por hacer que yo amara leer y llevarme a la librería, a mi maestro de literatura por hacerme leer El ruiseñor y la rosa, a ese rincón de la librería, al libro de cuentos de Wilde, al ocio en las vacaciones, a Lord Henry, a la universidad, a Milton (aunque aún no lo sepa), a esa edición, a mi profesor de teatro por mostrarme los detalles de la vida, a la nota en el libro que decía "Leer"...

Mr. Tiny tiene bastón y sombrero.

Él sabe que el sol es diferente en distintas partes del planeta. Los objetos nos miran, en especial ese antiguo radio al que... molestamos. La pared se despedaza, jamás me había tomado un cappuccino tan lentamente.

Las calles; silencio.

La casa de la anciana y el retrato que en realidad era una puerta. Los mil lugares que debemos visitar y el "mirón" que nos robó el lugar...

DESTROZAR EL "USTED".

La melodía repetitiva que no recitaré por ahora. No importa.

Aquella vez dejé mis máscaras en casa y llevé conmigo la luz en los ojos del mundo. Y sí; aún todo fluye como el agua.

Despedidas temporales... ("adiós por ahora").

Nuestro acto en esta obra de teatro (de lo que quería hablar).

Y, ¿a quién se le ocurrió la "fantástica" idea de las mariposas en el estómago? Tengo una pequeña chimenea ahí adentro y el humo se acumula en mi pecho.

No pienso en un "para siempre". ¡Ja! ¡Ni siquiera pienso (mucho) en un futuro! En el presente soy feliz. Gracias. No me iré sin despedirme.



"LAS ESTRELLAS DEVORAN LA MÚSICA DE MIS SUEÑOS".



domingo, 20 de marzo de 2011

Fragmento de "Mariposa de Humo"...

DE AQUEL "AMOR QUE NO SE ATREVE A LLAMARSE POR SU NOMBRE" O, AL MENOS, UNO DE ESOS TANTOS...

Passion_by_Daron_Kel

No pienses en el género; éste no importa. Detrás del sol puede haber una luna.

(...)

Noté su tibio aliento sobre mi cara durante algunos momentos. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, sintiendo el calor que su cuerpo irradiaba sobre mi piel mientras se acercaba cada vez más. Sé que la oscuridad dibujó una sonrisa en su rostro cuando sintió mi respiración llena de nerviosismo, pues escuché una leve risa escapar de sus labios.

Oh, mi mundo entero paró, mi mente estaba alucinando, imaginando, sintiendo, anhelando…

Recuerdo haber cerrado los ojos cuando su nariz rozó con la mía, sintiéndome consumida en ese instante por su aliento, absorbida en la espera, deseosa de apoderarme de sus labios. Me aterré cuando volví a sentir que se alejaba, abriendo los ojos de golpe, añorando su calor y su propio encuentro.

Mi mente se llenó de desesperación al no volver a sentirla cerca, pasaron varios minutos y yo seguía sin tenerla. Bajé mi mirada, recuerdo haber tenido todos aquellos sentimientos ardiendo como llamas en mis adentros, tratando de ser apagados de golpe pero ardiendo como el sol mismo. Temblé ligeramente, mis ojos se humedecieron con frustración, solté un leve quejido dejando caer mis brazos. Escuché una risa cercana, mis sentidos se volvieron alertas de nuevo.

Pude sentirla respirando cerca de mi oído, mandando electricidad por todo mi cuerpo. Abrazó mi cintura con suma delicadeza, gruñendo suavemente con placer y derritiéndome con ello. Después besó mi cuello lentamente, cerré los ojos con fuerza, suspirando complacida, dejando que recorriera todo mi cuerpo con sus suaves manos. Me tomó de la cintura una vez más, volteándome hacia ella, apoderándose de mis labios en aquel instante. Me volvió suya en ese momento, se adueñó de mi aliento, absorbió todo el fuego que ardía dentro.

Fue como si mi alma se hubiera desgarrado de mi cuerpo y ahora volara en lo alto; mi mente se sentía absorta en un mar de sentimientos que gorgoteaban dentro de mi cuerpo…

Mis pensamientos flotaban en sus labios, en su bello cuerpo, en su indescriptible aroma. Atravesé galaxias, planetas y luceros, todo en un segundo entero…

Oh, aquella noche fue como si hubiera renacido por completo…

Mi mente daba vueltas mientras su pasión se adueñaba por completo de mi boca, alargando aquella delicia que experimentaba. No sé cuándo tiempo pasó, sólo sé que pronto estábamos contra la pared y ella probaba poco a poco distintas partes de mi cuerpo, saboreando mi piel, haciéndome explotar en sentimiento.

Me perdí en aquellos besos…

La luces se prendieron en el instante en que volvía a mis labios, tardé en abrir mis ojos sólo para encontrarme con una mirada muy distinta; ahora cálida y distante, tocando mi delicada alma. Respirábamos agitadamente, ella pudo darme una encantadora sonrisa. La miré sin pestañear, sin poder recuperarme…

Deseando más, cuánto lo deseaba…

Deseaba tenerla para mi, que ella se consumiera en mis adentros, que me provocara con cada acto, con cada beso, con cada caricia que tocaría mi espíritu en ese momento…

Rió con delicadeza, tomándome de la mano y arrastrándome lejos de aquel lugar lo más rápido que pudo. Yo estaba en un estado de “cielo en tierra”, abatido por aquella enorme pasión que quemaba mi piel y habitaba mi pensamiento.

La música sonó una vez más, suave, seductora y placentera.

Ella me condujo a una pequeña habitación, cerrando la puerta tras de si rápidamente y besándome con lentitud, con ansias de tomarme y apoderarse de mi cuerpo. Sus manos recorrían todo mi ser, las mías poco a poco comenzaron a hacer lo mismo. Yo dejé de ser yo misma, yo mismo; me volví nosotros en aquel instante.

Nuestra respiración se volvió cada vez más agitada, nuestra ropa abandonado nuestros cuerpos con una rapidez impresionante. Pude sentir su cuerpo contra el mío totalmente, haciéndome temblar e incinerando mi mente, mi sangre, mi piel, mi alma; penetrando la barrera más profunda de mis emociones, candentes y sin sustento.

Sonrió mientras me besaba, revolviendo mi cabello, tomándolo con fuerza durante un momento. Volvió a bajar lentamente con sus besos, rozando mi pecho, bajando hasta lo más oculto de todo mi ser. Me estremecí enloqueciendo con aquel sentimiento, perdiendo el conocimiento, nadando en las aguas de el más sublime deseo.

¡Cuánto experimenté aquella noche con su cálido cuerpo!

Probé sus apetitosos labios, devoré la fruta prohibida, me disolví dentro de un alma que iba más allá de la mía…

A veces desearía volver a aquel momento, hundirme en la más deliciosa ignorancia o volver a sentir la experiencia de descubrir un camino entre los campos de aquel cuerpo. Lástima que todo aquello era ahora sólo el pasado y que mi orgullo estaba primero.

Recuerdo cuando me dejé caer en aquella cama mientras él poseía mi ser, me tomaba como suyo mientras yo caía a sus pies gustosamente. El mundo no importaba, nada importaba, todo era irreal y difuso en mi mirada; sentimientos se desbordaban por mi boca, por mis ojos y por mi constante aliento. Pude haber muerto ahí mismo y aún estaría flotando en lo más alto del cielo, atravesando la barrera del tiempo.

Me perdí por completo en él y ella en mi… simplemente vivimos al mismo ritmo por algunos momentos, adentrando nuestro ser, nuestro cuerpo, mezclándonos en nuestra dicha interna como hálito y fuego. No supe cuándo terminó pero así fue, y me desvanecí en las sábanas que enredaban nuestros desnudos cuerpos…

Y ahora recuerdo aquel “amor que no se atreve a llamarse por su nombre” (fuera la clase de amor que fuera), pensando que a fin de cuentas, en aquel desfile de sensaciones, en aquel silencio creado por actos y sentimientos, nombrarlo nunca fue necesario. tristeza comenzño a s se quedaron atorados en un hoyo en el suelo. y mi coraz suficiente dinero ()luego ser recuperado por ella

sábado, 24 de julio de 2010

Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde ♥



Todo lo que necesitaba era vagar un solo día en Londres; con su aire ahumado, sus calles húmedas y su vida tranquila. Todo parecía pasar desde la máscara más sublime de hipocresía y gracia hasta la necesidad de la vida misma reflejada en la cara de un niño masacrado por la vida.

Sí; mi Londres, esa tierra cordial y severa, llena de reglas, viendo pasar a la alta sociedad como un pañuelo de seda y a los pobres como una rata viajera, viendo al niño como un ser estúpido y al bello joven como un anhelo del futuro. Todo eran máscaras y supervivencia.

Mi cabello rojizo se balanceaba con el pasar del viento mientras pasaba con gracia entre la gente. Nunca fui de clase media ni baja; más bien de una familia adinerada, de esas que están llenas de compromisos e invitaciones o que gozan de espectáculos de lo mejor de mundo. Desde nuestra época victoriana y desde mucho antes el mundo está sumergido en un vaivén de máscaras y apariencias.

Ese era nuestro Londres de la alta sociedad.

Cierto día de enero mi padre preparó una de esas fiestas a las cuáles van gente adinerada y artistas. Yo actuaba como una dama de mi posición, atendiendo a los invitados con gracia y compostura. Uno de ellos me llamó la atención.

-Señorita Catherine,- dijo uno de los hombres con los que mantenía una charla, un hombre apuesto llamado Lord Henry, con una peculiar manera de pensar -le presento a Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, un destacado poeta-.

Sonreí con gentileza haciendo una pequeña reverencia.

-Los dejaré solos, que ha llegado un buen amigo mío. Muchas veces me pregunto a quien llamar realmente un amigo, pero ustedes saben, debemos siempre dar una cara para poder resaltar. No es que me interese mucho hacerlo pero es algo que es interesante hacer en ocasiones. En fin, los dejo-. dijo Lord Henry tan cordial como siempre, con ese toque de misticismo que a muchos les perturba o atrae. A mi me parecía encantador.

Sonreí con amabilidad una vez más.

-¿Desde hace cuánto tiempo escribe, señor Wilde?- pregunté con curiosidad, él pareció tomar mi pregunta como algo cómico.

-¿Hay realmente un tiempo para un escritor? Si, llevo años. Por eso estoy dónde estoy ahora, señorita-.

Mi pregunta me avergonzó por un momento, al darme cuenta de lo tonta que era.

-Eso es un tanto cierto. Yo escribo de igual manera-.

-¿En serio? ¿Sobre qué podría escribir una señorita cómo usted?-

-Cosas que, al igual que usted, la gente no desea oír. Sentimientos olvidados, historias que el público considera inmoral pero, cómo usted dice, lo moral no existe en el arte-.

Me miró con un poco de impresión en su mirada; pensamientos como esos no eran normales en la clase alta de esa época. Las mujeres eran meros espejos y modelos, generalmente sin pensamiento. Había excepciones, claro.

-¿Ha leído alguna de mis obras entonces?- me preguntó ligeramente sorprendido.

-Por supuesto. Lo que usted escribe es atrayente y sublime-.

Pareció reír entre dientes, mirando la habitación.

-Dudo que pueda entenderlo...-

Me sentí ofendida; pero traté de no mostrarlo.

-Puede que entienda parte de ello-.

Rió más, pero no me contradijo. Sin embargo, vio algo en mi mirada que hizo que se callara y dejara que la curiosidad se apoderara de él.

-¿Cómo qué? Si es tan amable de decirme-.

Suspiré.

-La belleza como el centro de la vida, la manera en la que el arte es inútil pero debe reflejarla. Cómo en el arte no existe lo moral ni lo inmoral; o la manera en la que la vida no puede ser como en tantos cuentos de hadas con finales felices. Cómo la sociedad no es tan moral como parece, o que una verdad deja de ser verdad cuando nadie cree en ella ya que hemos sido acondicionados para ello. Que el arte malo es mucho peor que la ausencia de arte o que la vida imita el arte mucho más de lo que el arte imita a la vida. Eso, entre muchas otras cosas señor Wilde- dije con inocencia, mirando la expresión interesada en su rostro.

-Ya veo...- susurró, riendo esta vez con simpatía -Puede que ciertas perspectivas que tengo sean distintas. Sin embargo, ten cuidado. Nadie te escuchará allá afuera-.

Asentí, confundida. Mi rostro brilló de alegría súbitamente.

-¿No desea venir algún día a tomar el té?- pregunté con admiración.

-Lo lamento señorita, las mujeres siguen siendo criaturas muy extrañas para mi. Más usted si me lo permite decir, no deseo algún tipo de acercamiento por el momento. No quiero ser descortés pero es así-. me dijo, haciendo una reverencia y caminando hacia la puerta.

Un joven rubio con encantadores ojos azules lo miró.

Su actitud cambió... y se quedó un rato más.

Oh... el "amor al arte."