NOTA:

NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.

viernes, 22 de julio de 2011

Muñeca de Porcelana... Porcelana Mutilada (I)

Meathhook de Hannah Fury


--No seas inútil, querida. ¡Un poco más de porte, de elegancia! ¡Tienes tanta gracia como un mandril, no sé qué haces aquí!—me dijo con frustración mi tutora, yo la miré con desprecio.

Ella era asquerosa como una vaca de todos modos, no tenía nada que decirme. La detestaba, había veces que disfrutaba imaginarla cayéndose del escenario sin poder levantarse por su grotesco y enorme cuerpo. Me reiría de ella, era inútil y repugnante, odiaba que se burlara de mi si ella era una enorme masa. Una media sonrisa se formó en mis labios mientras ella hablaba una vez más de los pasos del baile. Yo la ignoraba, de todos modos haría algo distinto a lo que me decía y arruinaría su pequeño show. Yo soy la estrella, ella es basura. Ellos vendrían a verme a mi.

Detesté el momento en el que a la mitad de la clase lo vi a él entrando a la habitación con su sucia mirada. Me inspeccionaba con sus asquerosos ojos de arriba abajo, mirando mi cuerpo mientras bailaba, excitándose cada vez más con mis movimientos. Cada vez que tocaba clase con mi tutora él se aparecía de la nada sólo para verme y masturbarse en aquel rincón oscuro de este ático, sin que ella lo viera. Yo temía el hecho de que esta noche de seguro me visitaría. Maldito bastardo

Lo miré con odio, mis piernas fallaron y no pude evitar caer al piso. Mi tutora siguió quejándose, pero yo no la escuchaba, toda mi atención estaba en su detestable sonrisa que parecía disfrutar el hecho de verme caer miestras se jalaba su masivo pene asqueroso.

Quiero matarlo…

¡Quiero que se aleje, que se largue! ¡Quiero que me deje en paz! ¡Lo odiaba, lo odiaba, LO ODIABA!

Nunca podía escapar de su asquerosa presencia, era inútil. Él siempre sabía cómo encontrarme, sólo quedaba matarlo. ¡Ja! ¡Como si fuera TAN fácil!

Me levanté lentamente del suelo apoyándome en la pared y lo miré con ira. No pude concentrarme, todo mi cuerpo temblaba con asqueroso odio. La tutora daba pequeños aplausos con sus manos de salchichón para marcar el ritmo, yo le ponía poca atención. No me importaba nada, quería largarme de aquí.

Respiré cuando la tutora dijo que era suficiente por hoy, hartándose de mi. Maldita perra, era una estúpida bulímica que fallaba en lo que hacía. Ja, yo era la que estaba harta de ella, pero me limité a sonreírle dulcemente. Al fin pude largarme a los malditos vestidores. Me quité las asquerosas zapatillas de ballet y los lancé contra la puerta.

¡Estúpido baile!

¡Maldita gorda asquerosa!

Me quité la cinta del cabello y me miré al espejo. ¡Estúpido reflejo asqueroso!

Lo golpeé con un puño detestando mi vida, haciéndolo pedazos. Dejé que la sangre corriera por mis brazos y cerré mis ojos. Se sentía bien…

Oh, se sentía TAN bien…

Abrí los ojos y miré los trozos de vidrio encajados en mis puños, tomé uno y lo encajé lentamente alrededor de todo mi brazo. Volví a cerrar mis ojos, mi labio inferior tembló con placer.

Un ruido me asustó y me despertó de mi éxtasis, solté el trozo de vidrio y éste cayó al piso haciendo un sonido de “splash” al caer, dejándose cubrir por un charco de sangre.

--¿Teddy?—preguntó una voz grave y profunda. Temblé mientras retrocedía lentamente, tratando de esconderme entre los casilleros.

--Sé que estás ahí, Teddy…--

Apreté mis ojos con fuerza respirando agitadamente mientras cubría mi boca con una mano para no hacer ruido. Estaba temblando, tenía mucho miedo, mis piernas fallaron y choqué contra los casilleros de metal haciendo mucho ruido. Escuché sus pesados pasos acercándose a mi, sollocé en silencio mientras sentía como me agarraba del cabello y me levantaba. Sentí su repugnante aliento contra mi cara. Tosí, me estaba lastimando… mucho…

--¿Qué hiciste con tus brazos, Teddy? Eres una mala chica, una muy mala chica, mereces un castigo…-- me dijo con una risa amarga.

--¡Déjame y lárgate con tus asquerosas putas!—se me ocurrió gritarle sin abrir los ojos y cerrándolos más fuerte aún. Esperé un golpe, pero sólo lo sentí acercándose aún más a mi rostro.

--Pero Teddy… tú eres mi pequeña puta—me susurró al oído. No quise mirarlo, no pude. Mantuve mis ojos cerrados mientras sentía como introducía su lengua en mi boca. Traté de quejarme, pero el me calló con un beso agresivo y salvaje.

Me apresó contra la pared y comenzó a tocarme, yo gritaba dentro de su boca. Era inútil, nadie me escuchan, nunca lo hacían. Me obligó a ponerme en mis rodillas e introdujo su pene en mi boca, jalando mi cabeza hacia tras y hacia delante hasta que llegó al éxtasis. Me estaba ahogando, pero no podía apartarlo, no podía. Pronto sentí su asqueroso semen llenando mi boca, y no pude hacer nada más que tragarlo para no ahogarme. Sentí como poco a poco perdía la fuerza, el sintió mi falta de resistencia. Me tiró al piso y me penetró, yo perdí el conocimiento.

Desperté días después en una cama, no sé en dónde…

Quiero matarlo. Maldito estúpido, ¡quiero matarlo!

Pero siempre tuve miedo. Siempre he tenido este asqueroso miedo…

miércoles, 13 de julio de 2011

Pensamientos de Comtesse (sin terminar aún).


Linxie smoking... by *johntisbury


Respiré de una forma agitada mientras entraba al baño rápidamente. Me resbalé gracias a cuerpo aún mojado por la lluvia; intenté detenerme de algo pero lo primero que tomé fue una toalla, esta se resbaló de donde estaba y caí al suelo.

...

Carajo...

...

Me quedé inmóvil varios minutos. La perra me llamaba desde el otro lado de la puerta preguntándome si estaba bien, pero la ignoré. No contesté a nada, simplemente cerré los ojos muy fuertemente, detestando el hecho de que me sintiera tan frágil. La estúpida nicotina me hacía falta. Tomé la toalla con fuerza en silencio y me incorporé lentamente sentándome contra la pared del baño. Tenía mucho frío y apestaba a caño. Para mi era fácil ignorarlo.

Todo esto me mataba...

Verla a ella bajo la lluvia con esas asquerosas heridas me hizo recordar estúpidos eventos de mi infancia. No entendía por qué había olvidado eso, pero daba igual. Era mejor olvidar toda la vida del asco que he tenido. En ese momento yo tenía una mirada perdida mientras cada suceso de mi pasado pasaba por mi mente. Ella seguía tocando la puerta, luego dejé de escucharla.

Bien...

Como sea.

Respiré profundamente y me levanté después de un largo tiempo. Me miré al espejo por varios minutos, toqué mi cara con el maquillaje corrido, estiré mi piel, jugué con mi rostro usando mis manos; luego, toqué mi cuerpo.

Me daba asco, me daba asco todo.

Sólo era una perra inútil e inservible; las mismas heridas en mi piel lo confirmaban. Era una asquerosa sissy, una puta; tenía gonorrea y siempre volvía con el asqueroso bastardo de mierda hijo de puta que me la contagió. Me detesté, quería matarme, pero este asqueroso miedo siempre me detenía.

¡ASQUEROSO M-I-E-D-O...!

Comencé a sollozar sin que me importara, pero mis asquerosos sollozos eran más de odio y de dolor que de puta tristeza. Hubo un momento en el que me desesperé, exploté por completo y golpeé el asqueroso espejo con mi mano. Sangre comenzó a resbalar por mi muñeca hasta el suelo, pero no me importó, no me importó nada. Ni siquiera me sentía bien por ello, me sentía peor. Sólo dejé que mi mano sangrara y seguí llorando, no pude contenerme, sentí un asco enorme y vomité en el retrete, luego seguí llorando.

Me detuve...

No me importó que me escucharan o no, pero comencé a gritar, a maldecir; empecé a tirar todo, a golpear lo que se me pusiera en frente. Estaba consumida en una tremenda rabia, en un asqueroso miedo que desde hace mucho estaba comiéndose mis adentros; me mataba, me condenaba, me volvía la perra más asquerosa que pude haber sido, me daba asco, ¡Me daba asco, ME DABA ASCO, ME DABA ASCO, ME DABA ASCO!

Terminé en el suelo de nuevo, acabada, llorando como nunca en mi vida había llorado. Me rompí por completo, me desgarré; estaba cubierta con sangre y aún seguía sangrando. QUERÍA MORIRME Y NO PODÍA...

Todo por este puto y asqueroso miedo...

lunes, 11 de julio de 2011

Puntos de Vista (Deborah / Comtesse)



DEBORAH:

Mi mente daba vueltas. Estaba como hipnotizada, avanzando sin siquiera mirar el suelo. Me tropecé con alguien que derramó alcohol sobre mi; me quejé enérgicamente pero fui totalmente ignorada. Traté de limpiarme con la misma blusa que había usado, pero me di cuenta de que había dejado mi maleta en la entrada. Bien, otra cosa de la cuál preocuparme, pero ya era muy tarde como para regresar.

Avancé una vez más mojada y sucia, detestando el olor desagradable que me cubría. Me recordaba a papá… eso era lo peor del asunto. La gente no me dejaba ver el escenario y mi corazón empezó a romperse. Caminé una vez más y uno de mis tacones se quedaron atorados en un hoyo en el suelo. La tristeza comenzó a sumergirme en mi pozo personal de miseria (un estado dramático de mi mente), y pensé en lo malo que fue huir de casa, en lo inútil que era, en lo que el karma me había hecho cuando…

--Dime, dulzura, ¿disfrutas el show de esta noche?—

Una voz seductora, armoniosa y profunda pareció penetrar mi mente. Empecé a temblar con nerviosismo, levantando mi mirada sólo para encontrarme con unos hermosos ojos de un brillante verde olivo inspeccionándome de arriba a bajo. Una sonrisa proveniente de unos labios color orquídea real me sonrieron pícaramente, haciendo que me sonrojara como un tomate. Sé que mis manos sudaron, mi mente se quedó en blanco y mis piernas casi me fallaron, todo en milésimas de segundo. Ella me miró dando una encantadora risita, mirando a la gente a nuestro alrededor.

--Oh, una nueva. ¿No es… divino?—musitó con asombro, riendo entre dientes mientras me miraba una vez más con compasión. Yo pestañeé dos veces, tratando de decir algo. Mi garganta estaba hecha un nudo. No pude.

--No te preocupes, bombón…-- susurró recorriendo mi mentón con su dedo índice suavemente. Sentí electricidad recorriendo todo mi cuerpo. –vivirás muchas cosas en este lugar—añadió seductivamente acercándose a mi rostro. Pude sentir su aliento en mi cara.

Todos rieron encantados mientras ella se retiraba a saludar a otro cliente. Algo pasaba con mi cuerpo (y bajo mi falda) que me impedía moverme, estaba en un estado de completa inutilidad mental y corporal. No tengo idea de cuánto tiempo pasó, sólo sé que volví en mi cuando la vi subiendo al escenario una vez más, tomando el micrófono entre sus delicadas manos.



COMTESSE:

Desde que la vi, supe que tenía que llevarme a esa perra a la cama.

Se veía como una estúpida rata indefensa, con esa mirada inocente en aquellos ojos color ámbar, ese maquillaje asquerosamente mal aplicado y esa ropa anticuada. Y claro, esa falda que no podía ocultar que la pequeña rata era bastante... ja, dominante.

En el momento en el que la vi desde el escenario, indefensa y asustada, supe que cuando bajara de éste como normalmente lo hago sería a la primera a la que saludaría.

La pobre perra tenía un tacón atorado en el piso, y un sujeto asquerosamente gordo le había dejado caer alcohol encima. Se veía can ridícula y miserable... me daba lástima. Me excitaba demasiado.

Vi lágrimas en sus ojos de "
boi" inexperta, reí entre dientes y me acerqué a ella lentamente.
La pobre estaba demasiado concentrada en su miseria como para notar mi presencia, me agaché para estar a su altura y me aproximé a su oído con una sonrisa seductora. La gente nos miraba con risas burlonas.

--Dime, dulzura, ¿disfrutas el show de esta noche?— susurré seductivamente. Ella levantó la mirada rápidamente y se paralizó. Sus ojos se abrieron con asombro, pero no salió ni una sola palabra de sus labios temblorosos.

Ja, esta perra me deseaba...

--Oh, una nueva. ¿No es… divino?—dije con un falso asombro y deleite, riendo entre dientes mientras la miraba una vez más con compasión. Ella seguía igual de estúpida e inmóvil, sin saber cómo reaccionar. Me encantaba lo sumisa que era.

--No te preocupes, bombón…-- susurré deslizando mi dedo índice por su mentón suavemente. Eso la hizo temblar –...vivirás muchas cosas en este lugar—añadí acercándome a su joven rostro.

Reí encantada mientras me alejaba; pude ver una perfecta erección bajo esa horrible falda. Deseé devorarla en ese momento, pero no; ya jugaría con ella después. Estaba segura de que después del espectáculo querría seguirme a la fiesta que siempre organizo, y, si se me antojaba en ese momento y la encontraba entre la multutud, podría jugar todo lo que me diera la gana con su frágil cuerpo. Por el momento, era una más lamiendo mis pies.

Eso siempre me subía el ánimo.

viernes, 8 de julio de 2011

Inocencia

"Matamos lo que amamos" por Vellocet_Photography



Quería morir, sólo quería morir.

Detestaba los hospitales. En ese momento estaba muriendo por envenenamiento; comencé a respirar agitadamente, mis ojos estaban demasiado abiertos, mi mente estaba por todos lados y por ninguno a la vez, no percibía bien las cosas a mi alrededor, muchas imágenes venían a mi mente...

Era el infierno; y yo de pronto estaba en una camilla, percibía las cosas a medias, sudaba, me ahogaba, quería que me dejaran en paz.

Todo esto me recordó a cuando era pequeño. Me quedaba horas solo en casa ya que mi madre nunca estaba, ocupada con su carrera de modelo; y mi padre rara vez se aparecía por aquí. Yo sólo buscaba algo que comer entre los botes de basura porque la asquerosa gorda que cuidaba de mi se ocupaba del refrigerador; y una vez la maldita casi me mata porque me intoxiqué con un bote de medicina a medio acabar de mi hermana, la inválida, y si mi madre no hubiera llegado a casa yo hubiera muerto en el piso ya que la estúpida se había quedado dormida frente al televisor con un enorme bote de helado.

Esa fue la primera vez que entré en un hospital, y lo detesté con toda mi alma. Estar en esos lugares dan ganas de suicidarte; con el olor a químicos, las luces sobre tu cara y la represión, sumadas con las estúpidas enfermeras y doctores con falsas sonrisas fingiendo que les importas, entrando a tu habitación cuando necesitas calor humano sólo para verte como un asqueroso objeto de prueba, uno más. Además, hay tanto material para quitarte la vida que es asfixiante.

Pero basta de recuerdos.


Todo se volvió borroso llegando a un punto y perdí el conocimiento. Muchas imágenes recorrían mi mente en milésimas de segundo y no podía evitarlo. Caí a un vacío, no sentía nada, no pensaba nada pero lo pensaba todo.

No sé qué tiene la mente en estos momentos que te juega trucos, pero me vi a mi misma caminando un campo lleno de margaritas marchitas. Yo lloraba, tenía aproximadamente cinco años, y una mirada de extremo terror se veía en mi rostro.

No parecía haber viento, el sol no calentaba. Había un silencio espectral en el ambiente en el cuál sólo podía escuchar mi propio llanto...

En eso, una niña se acercó a mi desde el otro lado de la pradera. Tenía una mirada de inocencia, unos ojos color ámbar y cabello hasta los hombros, negro y ondulado. Cuando estuvo más cerca pude notar que era un niño; y cuando llegó me entregó una margarita fresca junto con una dulce sonrisa.


Yo la arranqué de su mano y la devoré.


Y después todo se volvió asquerosamente blanco.

jueves, 7 de julio de 2011

Conversaciones

Años atrás Deborah comenzaba a descubrir pequeñas partes del arte en Europa, y se topó con el libro de "La Divina Comedia" de Dante Alighieri. Conversaba al respecto con sumo interés, preguntándose cosas que todo mundo llega a preguntarse cuando los pecados comienzan a roer tu consciencia.

Deborah: Si todo esto existe... imagina nuestras almas pudriéndose en el segundo círculo, o bueno... tal vez tú aún más abajo.

Comtesse (con una risa cínica): Oh, cariño, mando a todos al infiero... y ni siquiera creo en él.

lunes, 20 de junio de 2011

Carpe Diem (Efervescencias)





Cerré los ojos cuando todo hubo terminado y esperé a que el telón ocultara mi delicada figura, la cuál respiraba agitadamente manteniéndose en una posición llena de gracia pero bastante agotadora. Abrí los ojos lentamente en el último minuto sólo para verlo ahí, sentado, mirándome con una sonrisa llena de satisfacción y una de sus copas de champagne en la mano. Algo me decía que tendría que ir a recibirlo, y eso no me agradaba precisamente. Sin embargo, siempre debía mantener una máscara, un porte, una manera de ser. Era como si hubiera creado alguna especie de personaje ante el escenario el cuál no se desvanecía hasta que pasaba de la media noche. A veces no desaparecía por completo.

Salí del escenario cuando las luces se apagaron, caminando hacia los músicos y posando mi mano en el hombro de algunos de ellos con los cuales me llevaba lo suficientemente bien, siempre dándoles una sonrisa. Ellos me la devolvían, como un pacto secreto entre nosotros. Creábamos algo para el público, y la magia ocurría sin nuestro consentimiento. Eso era algo que entendíamos bien, y cuando todo terminaba nos sentíamos satisfechos de respirar el aire seco y aterciopelado que cubría nuestro ambiente después de un espectáculo. No importaba si todo era perfecto (¡aunque claro que importaba finalmente!), aún así nos sentíamos agradecidos de que todo hubiese terminado.

Caminé lentamente quitándome la máscara interna por un momento, respirando el dulce aire de una libertad momentánea. Caminé hacia los camerinos, sintiendo la gente correr a mi alrededor y deseando estar sola. Algo en todo su alboroto me molestaba en ese momento, pero no precisamente porque estuviera molesta. Simplemente quería un momento para mi misma, aunque no me importaba mucho estar con alguien cercano en estos momentos. La demás gente me irritaba.

Llegué a mi tocador y me miré al espejo dibujando una falsa sonrisa en mi rostro. Lucía lo suficientemente natural, aunque no sentía sus efectos. Estaba agotada, y todo el ruido a veces me causaba dolor de cabeza. Acomodé mi cabello y lo recogí con mi mano, sintiendo un poco de calor entre todo ese ambiente.

-¡Hola, querida!- escuché a alguien decir amigablemente a mis espaldas, solté mi cabello y di una vuelta en mi silla, inconsciente de que pude haber usado el espejo para mirar. La vi a ella y sonreí ampliamente.

-¡Necesitaba verte, todo este ambiente me está volviendo loca!-

Ella sonrió de una manera casi maternal, luego acomodó mi cabello suavemente con una mano.

-Lo sé, lo sé, pero así es cada noche. Hoy hay casa llena. ¡Lo hiciste excelente, pero aún falta perfeccionar algunos pasos! ... El de siempre desea verte hoy. Arréglate rápido- me dijo bastante apresurada (aunque su voz, sin importar qué, siempre sonaba serena). Yo asentí y suspiré.

-Ser seductora no es suficiente y tú y yo lo sabemos. Quiero dominar los pasos, pero siempre hay algo que me distrae. Practicaré más, si me ayudas...-

-Tengo que...- me interrumpió con una sonrisa de resignación.

-Lo sé, - reí ligeramente -pero al menos con ello él está contento. ¡Oh, si vieras la manera en la que me mira! Me da escalofríos...-

-Así nos ve a todas, dulzura. No te exasperes, así es aquí-

-¡Pero no llego a acostumbrarme! Es decir, finjo que lo hago. Finjo que tengo categoría, que realmente sé lo que hago pero tan solo soy un pez más en el estanque. ¡Quisiera ser tratada de una forma diferente!-

Ella se quedó en silencio unos minutos, su mirada perdida en el piso. No contestó, siempre tenía respuestas guardadas dentro de si misma, experiencias que no sacaría a la luz. Me di cuenta de ello y dejé de hablar, sólo la miré unos segundos y luego volteé de vuelta a mi tocador, arreglando mi cabello. Ella me ayudó a acomodarlo.

-Esto es simple,- me dijo en un tono pensativo -pero es mucho más que eso. Ve con él, debe estarte esperando- me dijo mirándome con tristeza, una tristeza que apenas entendía. No pude evitar abrazarla, algo me alteraba mucho en su mirada. Caminé lentamente para entrar en un ambiente mucho más ruidoso que el anterior, lleno de las demás mujeres, de hombres, de vino, de tabaco. Nada nuevo, pero todo irreal y distante cada vez que lo veía. Temblé ligeramente cuando él me tomó de la cintura... y yo le servía otra copa de champagne.

martes, 14 de junio de 2011

Mariposa de Humo (Silencio)


Smoking 1 by ~usagicassidy



-¡Dímelo! ¿En qué momento dejé de importarte?-

Ella rió y prendió uno de sus finos y blancos cigarrillos, exhalando una gran bocanada de humo y quitándole la importancia a mis palabras con el acto.

-Nunca, amor. Siempre has sido lo mismo-.

-Entonces, ¿qué pasó? No lo entiendo...-

Ella me miró de soslayo con una mueca que poco a poco se convirtió en una maliciosa sonrisa burlona. Suspiró y desvió la mirada, colocando el cigarrillo en sus delgados labios y cerrando los ojos plácidamente.

Las luces color carmesí que en ese momento invadían el cabaret en un constante parpadeo y movimiento hacían que un ambiente de desesperación aún mayor me cubriera. Ella sólo estaba recargada contra la pared de la pequeña habitación que nos separaba del resto, más tranquila y relajada que nunca. La música fuerte no parecía alterarla.

-Tú dime qué cambió- susurró sin mirarme, sin moverse. Yo caí cabizbaja en una silla cercana, mi mirada perdida en mis pensamientos.

El pasado me intrigaba, me preocupaba. No entendía a qué se refería. Siempre he tenido este sentimiento amargo, como una llama en el pecho que siempre me hacía preguntarme si realmente era yo lo que siempre debí haber sido. La incertidumbre no abandonaba mi mente, pero yo siempre trataba de ignorarla. Ella parecía disfrutar mi constante abatimiento.

-Oh, cariño...- susurró acercándose a mi con lentitud, agachándose para estar a mi altura y mirándome a los ojos mientras el cálido humo nos cubría -... eres tan fresca todavía...-

Quise apartarla cuando tomó mi rostro, pero ella se mantuvo firme. Retiró el cigarro de su boca con una mano y lo tiró al piso, aplastándolo con el pie sin siquiera verlo. Toda su atención estaba en mis ojos. Yo me petrifiqué una vez más, respirando agitadamente mientras su rostro se acercaba cada vez más al mío.

Me sentía asfixiada, extasiada. Su proximidad volvía a enviar electricidad por mi cuerpo pese a todo lo ocurrido. No podía evitar ser víctima de su deseo, y eso me desagradaba tanto...

Pero paró.

Nuestras narices se tocaron por varios segundos. Cerré mis ojos con fuerza.

Yo caía tan fácil. Era tan débil...

Una lágrima rodó por mi mejilla. Permanecimos en silencio durante varios segundos hasta que volví a sentir como se aproximaba una vez más. Podía saborear su aliento entrando en mi boca, su corazón latiendo con el mío. Parecía envuelta en un pesado sueño del que poco a poco comencé a despertar. Todo había cambiado, y las luces a mi alrededor me hicieron notar el error en el que me encontraba.

-Vete... - susurré lastimosamente cuando sentí sus labios tocar los míos -... deja de jugar conmigo-.

Ella sonrió con malicia y suspiró, apartándose de mi con una mueca de satisfacción.

-¿Ahora lo entiendes, cariño?- me dijo con un gesto de superioridad -Tratas de pelear contra tus deseos. No podrás mucho tiempo. Siempre has sido mía y siempre lo serás-.

Y con eso abandonó la habitación para luego escapar de nuestro viejo cabaret. Me dejó sola en las sombras de mi propia vida, de mi existencia. Un escalofrío corrió por mi espalda cuando me di cuenta de que tenía razón; yo nunca podría alejarme de ella. Era como si estuviera encadenada a el ser al que tanto amé... y que tanto me había dañado.

Yo sabía bien que aún la amaba. Vivía constantemente en este romance estéril en el que estuve envuelta toda mi vida.

Y hoy, a pesar de que se visitó como el hombre que era para ocultarse de las demás que no la conocían como tal, yo seguía viéndola como una débil florecita. Seguía viéndola como ser virginal, justificando todos sus pecados. A pesar de eso me sentía herida por su culpa, no lo entendía.

A final no hubo palabras que lo explicaran. Sólo quedó el silencio; ese silencio que no te deja vivir hasta que rompes en llanto...