NOTA:

NOTA: Las imágenes usadas no son de mi propiedad. Provienen de www.deviantart.com o de artistas externos.

lunes, 20 de junio de 2011

Carpe Diem (Efervescencias)





Cerré los ojos cuando todo hubo terminado y esperé a que el telón ocultara mi delicada figura, la cuál respiraba agitadamente manteniéndose en una posición llena de gracia pero bastante agotadora. Abrí los ojos lentamente en el último minuto sólo para verlo ahí, sentado, mirándome con una sonrisa llena de satisfacción y una de sus copas de champagne en la mano. Algo me decía que tendría que ir a recibirlo, y eso no me agradaba precisamente. Sin embargo, siempre debía mantener una máscara, un porte, una manera de ser. Era como si hubiera creado alguna especie de personaje ante el escenario el cuál no se desvanecía hasta que pasaba de la media noche. A veces no desaparecía por completo.

Salí del escenario cuando las luces se apagaron, caminando hacia los músicos y posando mi mano en el hombro de algunos de ellos con los cuales me llevaba lo suficientemente bien, siempre dándoles una sonrisa. Ellos me la devolvían, como un pacto secreto entre nosotros. Creábamos algo para el público, y la magia ocurría sin nuestro consentimiento. Eso era algo que entendíamos bien, y cuando todo terminaba nos sentíamos satisfechos de respirar el aire seco y aterciopelado que cubría nuestro ambiente después de un espectáculo. No importaba si todo era perfecto (¡aunque claro que importaba finalmente!), aún así nos sentíamos agradecidos de que todo hubiese terminado.

Caminé lentamente quitándome la máscara interna por un momento, respirando el dulce aire de una libertad momentánea. Caminé hacia los camerinos, sintiendo la gente correr a mi alrededor y deseando estar sola. Algo en todo su alboroto me molestaba en ese momento, pero no precisamente porque estuviera molesta. Simplemente quería un momento para mi misma, aunque no me importaba mucho estar con alguien cercano en estos momentos. La demás gente me irritaba.

Llegué a mi tocador y me miré al espejo dibujando una falsa sonrisa en mi rostro. Lucía lo suficientemente natural, aunque no sentía sus efectos. Estaba agotada, y todo el ruido a veces me causaba dolor de cabeza. Acomodé mi cabello y lo recogí con mi mano, sintiendo un poco de calor entre todo ese ambiente.

-¡Hola, querida!- escuché a alguien decir amigablemente a mis espaldas, solté mi cabello y di una vuelta en mi silla, inconsciente de que pude haber usado el espejo para mirar. La vi a ella y sonreí ampliamente.

-¡Necesitaba verte, todo este ambiente me está volviendo loca!-

Ella sonrió de una manera casi maternal, luego acomodó mi cabello suavemente con una mano.

-Lo sé, lo sé, pero así es cada noche. Hoy hay casa llena. ¡Lo hiciste excelente, pero aún falta perfeccionar algunos pasos! ... El de siempre desea verte hoy. Arréglate rápido- me dijo bastante apresurada (aunque su voz, sin importar qué, siempre sonaba serena). Yo asentí y suspiré.

-Ser seductora no es suficiente y tú y yo lo sabemos. Quiero dominar los pasos, pero siempre hay algo que me distrae. Practicaré más, si me ayudas...-

-Tengo que...- me interrumpió con una sonrisa de resignación.

-Lo sé, - reí ligeramente -pero al menos con ello él está contento. ¡Oh, si vieras la manera en la que me mira! Me da escalofríos...-

-Así nos ve a todas, dulzura. No te exasperes, así es aquí-

-¡Pero no llego a acostumbrarme! Es decir, finjo que lo hago. Finjo que tengo categoría, que realmente sé lo que hago pero tan solo soy un pez más en el estanque. ¡Quisiera ser tratada de una forma diferente!-

Ella se quedó en silencio unos minutos, su mirada perdida en el piso. No contestó, siempre tenía respuestas guardadas dentro de si misma, experiencias que no sacaría a la luz. Me di cuenta de ello y dejé de hablar, sólo la miré unos segundos y luego volteé de vuelta a mi tocador, arreglando mi cabello. Ella me ayudó a acomodarlo.

-Esto es simple,- me dijo en un tono pensativo -pero es mucho más que eso. Ve con él, debe estarte esperando- me dijo mirándome con tristeza, una tristeza que apenas entendía. No pude evitar abrazarla, algo me alteraba mucho en su mirada. Caminé lentamente para entrar en un ambiente mucho más ruidoso que el anterior, lleno de las demás mujeres, de hombres, de vino, de tabaco. Nada nuevo, pero todo irreal y distante cada vez que lo veía. Temblé ligeramente cuando él me tomó de la cintura... y yo le servía otra copa de champagne.

martes, 14 de junio de 2011

Mariposa de Humo (Silencio)


Smoking 1 by ~usagicassidy



-¡Dímelo! ¿En qué momento dejé de importarte?-

Ella rió y prendió uno de sus finos y blancos cigarrillos, exhalando una gran bocanada de humo y quitándole la importancia a mis palabras con el acto.

-Nunca, amor. Siempre has sido lo mismo-.

-Entonces, ¿qué pasó? No lo entiendo...-

Ella me miró de soslayo con una mueca que poco a poco se convirtió en una maliciosa sonrisa burlona. Suspiró y desvió la mirada, colocando el cigarrillo en sus delgados labios y cerrando los ojos plácidamente.

Las luces color carmesí que en ese momento invadían el cabaret en un constante parpadeo y movimiento hacían que un ambiente de desesperación aún mayor me cubriera. Ella sólo estaba recargada contra la pared de la pequeña habitación que nos separaba del resto, más tranquila y relajada que nunca. La música fuerte no parecía alterarla.

-Tú dime qué cambió- susurró sin mirarme, sin moverse. Yo caí cabizbaja en una silla cercana, mi mirada perdida en mis pensamientos.

El pasado me intrigaba, me preocupaba. No entendía a qué se refería. Siempre he tenido este sentimiento amargo, como una llama en el pecho que siempre me hacía preguntarme si realmente era yo lo que siempre debí haber sido. La incertidumbre no abandonaba mi mente, pero yo siempre trataba de ignorarla. Ella parecía disfrutar mi constante abatimiento.

-Oh, cariño...- susurró acercándose a mi con lentitud, agachándose para estar a mi altura y mirándome a los ojos mientras el cálido humo nos cubría -... eres tan fresca todavía...-

Quise apartarla cuando tomó mi rostro, pero ella se mantuvo firme. Retiró el cigarro de su boca con una mano y lo tiró al piso, aplastándolo con el pie sin siquiera verlo. Toda su atención estaba en mis ojos. Yo me petrifiqué una vez más, respirando agitadamente mientras su rostro se acercaba cada vez más al mío.

Me sentía asfixiada, extasiada. Su proximidad volvía a enviar electricidad por mi cuerpo pese a todo lo ocurrido. No podía evitar ser víctima de su deseo, y eso me desagradaba tanto...

Pero paró.

Nuestras narices se tocaron por varios segundos. Cerré mis ojos con fuerza.

Yo caía tan fácil. Era tan débil...

Una lágrima rodó por mi mejilla. Permanecimos en silencio durante varios segundos hasta que volví a sentir como se aproximaba una vez más. Podía saborear su aliento entrando en mi boca, su corazón latiendo con el mío. Parecía envuelta en un pesado sueño del que poco a poco comencé a despertar. Todo había cambiado, y las luces a mi alrededor me hicieron notar el error en el que me encontraba.

-Vete... - susurré lastimosamente cuando sentí sus labios tocar los míos -... deja de jugar conmigo-.

Ella sonrió con malicia y suspiró, apartándose de mi con una mueca de satisfacción.

-¿Ahora lo entiendes, cariño?- me dijo con un gesto de superioridad -Tratas de pelear contra tus deseos. No podrás mucho tiempo. Siempre has sido mía y siempre lo serás-.

Y con eso abandonó la habitación para luego escapar de nuestro viejo cabaret. Me dejó sola en las sombras de mi propia vida, de mi existencia. Un escalofrío corrió por mi espalda cuando me di cuenta de que tenía razón; yo nunca podría alejarme de ella. Era como si estuviera encadenada a el ser al que tanto amé... y que tanto me había dañado.

Yo sabía bien que aún la amaba. Vivía constantemente en este romance estéril en el que estuve envuelta toda mi vida.

Y hoy, a pesar de que se visitó como el hombre que era para ocultarse de las demás que no la conocían como tal, yo seguía viéndola como una débil florecita. Seguía viéndola como ser virginal, justificando todos sus pecados. A pesar de eso me sentía herida por su culpa, no lo entendía.

A final no hubo palabras que lo explicaran. Sólo quedó el silencio; ese silencio que no te deja vivir hasta que rompes en llanto...


martes, 31 de mayo de 2011

Lo absoluto


Apple Blossoms by ~zjester88


Puedo sentarme en un tronco viejo y comerme un tarro de jalea mientras dejo que la vida transcurra a mi alrededor, con su pintoresco y a veces cruel ambiente, mientras mi mente se consume en ese sabor dulzón a moras.

Planeo vivir cada momento de mi estancia en este mundo dejando que las hojas secas caigan lentamente de aquel manzano y se posen en mi cabello castaño, para que después sean trasladadas por el viento que juguetea armoniosamente con mi espíritu soñador.

Planeo dejar que la flor del manzano se abra lentamente ante mis ojos, con aquel aspecto fresco y virginal, dejando que yo la tome entre mis suaves y tersas manos para después dejarla flotar en el lago cristalino de mis sueños y anhelos. Cada vez que lo haga planeo ver mi reflejo en el agua, siendo distinto cada vez que regrese.


Pero, ¡oh! ¿qué haré yo cuando llegue de nuevo aquella luz dorada de la edad madura y mi bello manzano me de sus frutos? Planeo tomarlos con lentitud, lo prometo, y dejar que mis labios se posen lentamente en uno de ellos con un beso minúsculo pero infinito. Luego se lo mostraré a la luna, mi madre eterna, y lo posaré en mi regazo donde se volverá el objeto de mis nuevas pasiones y amores.

Más adelante sólo me quedará reposar bajo el árbol y mirar siempre a las estrellas recordando su infinidad y mi infinidad propia.

Si la brisa fresca mueve la hierva frente a mi árbol y me tranquiliza, el sonido del agua me despierta de un error cometido, el fuego repentino e imprevisto causado por un rayo desata mis instintos, y la tierra me susurra al oído sabiduría por siempre guardada; entonces me sentiré equipada, pero tendré que saber escuchar susurros ocultos. Mis ojos me servirán de poco, a menos que los use para no ver y ver aún así; y descubriré que mis planes fueron tan solo la armonía de una esperanza añorada.

Y si creen que siempre planeo estar ahí se equivocan; pues ese lugar no existe, pues es tan real como irreal. Es un recordatorio, un lugar de permanencia en el que los recuerdos son balsas para llegar a un destino.

Es un respiro, y la pureza.

Es cristal y porcelana.


(En ese lugar una vez creció un muro de sangre y carne).



No verás el tronco, ni el manzano, ni la hierva, ni el lago. La permanencia es abstracta, y se encuentra tras mi mirar, pues al final soy parte de todo.

Al final, respiraré un sentimiento... y todo se acabará en una melancólica risa.

domingo, 8 de mayo de 2011

~ No Hables ~


...forget-me-not... by ~kokoszkaa


Si yo soy flor, tú serás hálito,
y si tu eres aliento, yo seré tierra.
No dejes que te digan lo contrario, pues yo soy luz y tú eres reposo.



Amor mío, deja de llorar, la tormenta ya ha pasado.
Yo sigo siendo la misma,
y tú no has cambiado.



Bebe de mis labios y calla... que las palabras son ríos donde flotamos.
Nadamos en el sentimiento, celeste, flor y fuego.



Si la estrella te da una señal sigue mi mirar, que ahí encontrarás la respuesta pero...
¿Podré encontrar yo la tuya?
Eres cuerpo y yo soy alma,
(es aún más complicado).



Mi vida, tú caes y yo vuelo...
¿Dónde están tus alas? No las entierres bajo el árbol marchito de tu infancia.



Yo soy agua y tú solamente...
FLOTAS.



sábado, 16 de abril de 2011

Somos Sombras en una Puesta en Escena...


The show MUST go on by ~PeligroInevitable



¿Te he dicho lo dramática que mi vida puede ser?

Todo parece un sueño... quisiera despertar y no puedo. Vivo en un constante acto, soy una sombra, y la vida es la puesta en escena que me sumerge en un constante drama...
Quisiera que me miraras a los ojos una vez más y me contaras tu historia, pero ahora has muerto en ella.

¡Por dios! ¡Has muerto! ¡HAS MUERTO! ¡CIELO SANTO, HAS MUERTO!

No puedo contener el llanto... no me importa el mundo, no me importa nada. Lloro como si me hubieran arrancado parte de mi alma de una manera tan salvaje que sangro, sangro mucho...
¿Por qué me arrebatas el aliento?

Quédatelo, amor mío... es tuyo...

Llévatelo donde sea que vayas, y deja que sea tu abrigo y sustento.


No siento tu calor... tu aroma se desvanece...

Quisiera atraparlo, quisiera mantenerlo inmóvil en el tiempo, quisiera... sumergirme en él...

¿Qué pasa con tus labios? Pierden su color...

Puedo besarlos, pero beso rocas frías y duras.



Tiemblo, tiemblo mucho...



"¿Por qué?" mi mente dice "¿POR QUÉ?"

Pero yo sé que es cierto... es cierto.. es cierto...

¡Quisiera arrancar tu cara y hacer que me muestres tu verdadero rostro! ¿POR QUÉ MUERES CON TU MÁSCARA?

Si lo hago vería tus demonios... algunos los probé...
Otros los maté.

Mi maquillaje se corre, la cortina se abre.

Me ven ahí contigo, siento las luces sobre mi rostro.

El show debe continuar...
... pero yo ya dejé de volar.


miércoles, 6 de abril de 2011

La dama de sabores diversos


life breath. by *m0thyyku



Probarla me envenenó dulcemente...

Es una de esas personalidades que no puedes mirar a los ojos, de esas mentes que no conoces con una simple conversación. Vale más acompañarla de un buen vino, con un buen verso, con uno de esos bocadillos que te preparan para las verdaderas delicias de la cocina.

Sus palabras te impresionan al instante, desde luego. Parecen tan comunes, tan vulgares y sencillas, pero parecen conocerte más de lo que tú mismo te conoces. Su mirada inspira alegría, hedonismo, pasiones ocultas dentro de un guardarropa fino, bajo una pila de libros, en algún armario de caoba. Oh, y esos labios... esos labios que parecen saber a café, a tabaco, a rompope, o tal vez a hierbabuena. No estás seguro, pero con el simple hecho de mirarlos ya te incitan a probarlos; ya los saboreas en tu boca.

¿De dónde viene tanto interés oculto? Tal vez es esa forma... esa forma de vivir como líquido efervescente, que se evapora, que juega con tu olfato, que adormece tus instintos pero a la vez los empieza a prender desde adentro. Es una llama candente que embriaga tu alma manteniendo el sentimiento en tu garganta.

¿Quién es? ¿por qué no se presenta? Más vale no hablar, deja que te guíe, deja que se apodere de tu cuerpo y mente. No la entiendas, no la precipites. No le digas que no entiendes o reirá juguetonamente hasta apoderarse de ti una vez más con su esencia. Porque parece un infante, parece primitivo; pero no te sorprendas si entiende mejor que tú.

Déjala dar vueltas alrededor de ti, déjala jugar contigo cuanto se le antoje. No la pares, deja que siga adelante. Siempre seguirá hechizándote y no parará de hacerte alucinar dentro de tu propia mente. Es tan desconocida, tan distante pero tan atrayente y personal, algo tan efímero y cambiante que pareces volver a conocer cada vez que vas a su encuentro.

Embriaga pero nunca asfixia. Ese es uno de sus encantos. Exalta emociones con su musicalidad y color.

Y sin previo aviso llega a tu alma, te da a probar un poco más de su esencia...

Sabe tan bien en tu boca; se siente tan seductora, fresca, caliente, pintoresca, sombría, amarga, dulce, suave, rápida, excitante, tranquilizante, profunda (parece adentrarte), hechizante, sobria, llena de locura, instintiva, apasionante, alucinante... es tan "salvaje" pero sofisticada a su modo...

Te vuelve loco.

Te deja desorientado, sin saber a dónde mirar, sin saber qué sentir... pero oh, ¡qué adictivo sentimiento!

Y cuando menos lo esperas ya te volvió su objeto de diversión, su nuevo juego. No te importa, sigues consumido, sigues bebiendo de su mismo vino. ¡Cómo te diviertes! ¡Qué libre te sientes! Pareces volar pero a la vez sumergirte en el profundo océano. Oh, no te preocupes, déjate sumergir, hay mucho por vivir aún.

Apenas estás conociendo algunos sabores de esta intrigante dama.

martes, 5 de abril de 2011

Pensamientos de Deborah (de mi novela "Mariposa de Humo"):

La poesía de las aves

Goldfinch by ~Alipipi


Nunca olvidaré aquel aroma a jazmín que entraba por la ventana de ese pequeño departamento en Londres. El perfume de la mañana era exquisito; y combinado con los cantos de los ruiseñores formaban el perfecto paraíso para mi. Esas mañanas de primavera siempre permanecerán en mi mente como el suspiro que encontré a la vida que había llevado hasta entonces.

Recuerdo que cierto día desperté justo en el momento en el que salía el sol. Una luz fina de color dorado entraba por el ventanal que estaba a un costado de la cama, atravesando las cortinas que se movían con el viento siendo bellos velos bordados color blanco, transparentes y ligeros. Comtesse yacía a mi lado, aún dormida, una sábana enredada alrededor de su cintura y cubriendo su desnudo cuerpo. La luz no llegaba a tocarla aún, pero podía ver cierto resplandor en su pálida piel.

Me levanté atraída por la majestuosidad del amanecer, sentándome en el alféizar de la ventana (el cuál sobresalía lo suficiente como para que pudiera posarme completamente en él, las cortinas separándome del resto de la habitación). Suspiré recargando mi cabeza en el cristal, sintiendo el frío del ambiente. El rocío de la mañana empañó un poco las ventanas, limpié el cristal con una mano.

En ese momento me sentía sumergida en un sueño que me parecía tan irreal y placentero que hacía que hubiera en mi cierto temor de que no fuera cierto, de que acabara pronto. Miré las calles con melancolía, con añoranza; veía poesía en todos lados, poesía que elevaba mi espíritu e impedía que se colapsase. Sin embargo, algo en ella parecía frágil dentro de mis pensamientos.

Me levanté después de un rato, terminando de vestirme sólo para volver a la ventana, esta vez sentándome cerca de las cortinas. El sol ya estaba cubriendo la habitación casi por completo, escuché a Comtesse moviéndose en la cama. La miré mientras abrazaba una cortina recargando mi cabeza en la pared, sumergida en mis pensamientos. Ella dio una vuelta, suspirando mientras parecía volver a la vida después de un largo sueño.

--¿Deborah?—preguntó al no sentirme a su lado, luego abrió los ojos lentamente sin moverse. Me vio en la ventana y sonrió suavemente.

--Oh, querida… abrazando esa cortina que cae entre tus piernas, con esa mirada tan soñadora y la frescura de la mañana serías una de las cosas más perfectas que haya visto… si estuvieras desnuda—me dijo con una risa, incorporándose en la cama con un bostezo. Yo sólo la miraba sin hablar, no tenía ánimos de nada.

Sin pensarlo dos veces volvió a caer en la almohada, cerrando sus ojos una vez más. El cálido olor de su cuerpo llegó a mi, haciendo que también los cerrara por unos segundos. Comtesse dio una vuelta en la cama, enredándose aún más con las sábanas y colocándose bocabajo usando sus brazos para apoyar su mentón. Abrió los ojos poco a poco sin mirar nada en específico. El silencio nos cubrió a ambas.

Algo que estaba atorado en mi garganta quiso salir en ese momento. El temor de saber la respuesta hizo que mi labio temblara ligeramente con un suspiro, sus ojos me apuntaron rápidamente.

--Comtesse…-- susurré con la mirada en el piso, temiendo encontrar la suya. Ella aguardó en silencio a que continuara.

--Comtesse… tú… ¿tú me…?—sentí como mi voz se quebró en ese momento. Cerré mi boca tragando con dificultad, luego suspiré lastimosamente.

--Comtesse, ¿sientes algo… por mi?—dije finalmente en un susurro apenas audible. Mi labio inferior seguía temblando, mi mirada estaba llena de temor.

La oí suspirar mientras volvía a acomodarse. No me contestó, su silencio hizo que mi corazón latiera frenéticamente añorando tener el suyo, la miré con preocupación. Esta vez estaba bocarriba, mirando el techo con sus dos manos detrás de su cabeza.

Me levante mientras el sentimiento se apoderaba de mi, dirigiéndome a la puerta con un leve sollozo. Ella se volteó una vez más, mirándome mientras la abría. El frío y húmedo viento del ambiente londinense entró a la habitación, desconcertándome.

--No te vayas de ese modo…-- susurró secamente, yo la miré tratando de tragarme mis sentimientos. Me sonrió rápidamente, yo cerré la puerta lentamente.

--¿Por qué no lo haría?—susurré. Ella me miró gravemente. Estaba asfixiándome con su silencio, parecía carcomer mis adentros.

--¿Cuándo te ha faltado algo conmigo?—susurró, yo me recargué en la pared cabizbaja.

--Nunca…-- respondí, ella sonrió placenteramente.

--Entonces, ¿por qué te irías?—

Callé sin saber qué contestarle, luego la miré a los ojos con valentía. Algo estaba hirviendo en mi sangre.

--Comtesse… por favor dime, ¿qué soy para ti? ¿qué he sido todo este tiempo?—pregunté insistente, ella abrió ligeramente la boca desviando mi mirada, luego rió amargamente.

--¿Es necesario ponerle palabras a algo como esto?—masculló. Yo bajé la mirada una vez más. ¿Realmente era necesario?

Abrí la puerta sintiendo el impulso de largarme de ahí y aclarar mi mente. Su voz paralizó mis acciones una vez más.

--Pero… te necesito—dijo con una mirada inocente. Una frase tan simple y cliché como esa hizo que se me helara la sangre. Di la vuelta lentamente para mirarla a los ojos, los cuáles me expresaban poco en ese momento.

--¿Para qué?-- pregunté en un tono frío, sintiéndome herida. Ella sonrió con dulzura.

--Para poder respirar... para vivir-- me dijo, haciendo una mala imitación de mi poesía. Yo sólo bufé y salí de la habitación... sólo para darme cuenta de lo mucho que quería volver.

*********

Las solitarias calles fueron mi mejor compañía. Había algo en el viento que parece comprender tus pensamientos, aligerar tu espíritu y consolarte en tus más oscuros momentos. En este preciso instante la soledad era lo que más me apaciguaba, me hacía añorar la compañía de ese ser que se había vuelto todo en mi vida… pero a la vez me ayudaba a darme un respiro a mi misma.

¿Por qué parecen ser los edificios a mi alrededor tan inmutables? Todo cambia, pero ellos parecen permanecer en las entrañas de tiempo, observando cada movimiento, siendo escenarios de tantos momentos. Yo me sentía tan frágil y cambiante, mi alma observaba hechos y sentía toda clase de emociones, pero mi cuerpo era tan mutable como ésta. Detesté mi fragilidad, mis metamorfosis, mi vida entera. Poco sabía yo que de metamorfosis vivimos y de cambios subsistimos.

Ella venía a mi mente como una hoja es arrastrada por el viento hasta el estanque de mis pensamientos. Su ligera risa que oculta dolores que yo desconocía; su hermosa mirada que parecía retener mundos enteros que nunca ha dejado salir; aquella sonrisa que pretende ocultar sentimientos asfixiantes; ese cuerpo tan bello, sus muy poco pronunciadas pero exquisitas curvas, su firme pecho, sus suaves manos, su cálida y exótica piel que sabe al más delicioso fruto y, hasta eso, su masculinidad adornada con su fina naturaleza… todo aquello era suficiente para que siguiera volviéndome demente. Era como la esfinge en el desierto de Guiza, ocultando tantos secretos que han presenciado aquellos ojos borrados con el tiempo, reconstruyendo su cuerpo dañado a través de tantas épocas distintas, tomando algo de cada una, armando un caparazón de lo que el mundo le traía para no desplomarse como arena en el desierto. Ella era la majestuosa figura que vigilaba el alba protegiendo el pasaje entre lo vivo y lo muerto, entre mi alma y su propio sustento; y todo aquello era lo que me parecían tan misterioso y atrayente.

Oh, la poesía surgía una vez más en mi mente, manchando mis labios de un rojo similar al de las granadas. Respiré el aire primaveral antes de entrar a un parque cercano y sentarme en una banca que yacía bajo un árbol de cerezos. Los perfumes sublimes elevaron mi mente a lo más alto. Sí, soledad era todo lo que necesitaba… desconectarme de su presencia para poder respirar vida.

Los parques públicos en Londres son unos de los más hermosos que he visto (no es que haya visto demasiados); tenían un ambiente especialmente lleno de vida en esta época. Miré a mi alrededor imaginando las personas que habrán visto lo que yo veía ahora. Sonreí.

Fue entonces cuando el canto de un jilguerillo que estaba posado en la rama más alta de un frondoso roble captó toda mi atención. ¿Cómo era posible que las aves vivan tan plácidamente, entonando sus bellas canciones y volando con el mismo viento sin perturbarse por el mundo en el que viven? Parecen dadoras de vida, sabios seres que viven dentro de la poesía. Y claro, si nos referimos a la poesía de las aves como la capacidad de vivir la vida de esa manera tan placentera, tan libre, tan intocable…

Lo miré con preocupación y le rogué que no siguiera el camino que una vez siguió un ruiseñor, que no creyera en el amor humano, que no se sacrificara por una rosa. En ese momento sentí aún asfixiada usando mi propia piel.

¿Por qué mi vida no era similar a la de ellas? ¿Por qué no podía despegarme de esta vida material que llevaba, basada en placeres tan poco profundos?

Si tan sólo supiéramos vivir como las aves…

El sonido de risas me despertó de ese pensamiento, bajé la mirada para encontrarme a un niño quien, al verme, detuvo su carrera para inspeccionarme. Lo miré en silencio un largo rato, luego él me sonrió. Hay algo tan increíble en los niños, como si ellos realmente comprendieran el mundo mejor que nosotros…

Para mi sorpresa, el niño se agachó lentamente tomando un puño de tierra. Mi sonrisa de desvaneció, preguntándome qué haría. Él se levantó con una risa y me tiró la tierra en la cara.

Cerré los ojos molesta.

Los niños… ¡cómo si realmente pensaran en los demás alguna vez!

Apreté los ojos fuertemente soltando un quejido. Aquella criatura había arruinado mi momento poético; pero justo en ese momento mis facciones se relajaron. Algo hizo “clic” en mi cabeza. Suspiré, luego empecé a reír a carcajadas. No sé si el niño me estaba mirando, pero yo reía sin importar lo que había a mi alrededor. En ese momento entendí un poco más de la vida, pensando en las aves y su existencia. ¡Qué mal había entendido su mensaje!

Me levanté y caminé por las calles de esa hermosa ciudad durante el resto del día. Miraba a mi alrededor, a las personas, a las cosas. Me sentía un poco más libre de lo que me sentía antes, aquel insignificante hecho había alivianado y a la vez fortalecido mi espíritu un poco más. Deambulé por esas calles hasta caer el anochecer, decidiendo volver hacia donde estaba Comtesse.

Para mi sorpresa, la vi tirada en el suelo frente a nuestro apartamento, pasada de copas, con un aspecto sumamente desaliñado y desagradable. Tenía puesta una camisa que estaba totalmente abierta y unos pantalones de mezclilla con un cinturón desabrochado. No quise pensar qué estaba haciendo o por qué iba vestido de esa manera, en este momento ni siquiera me importó. Al verme venir, sonrió ampliamente.

--Sabía que volverías, dulzura—dijo con su voz grave y chocante, no me había acercado demasiado aún y pude oler su aliento a alcohol. La miré fríamente.

--¿Qué ocurrió? ¿dónde estabas?—le pregunté en un tono sombrío, él rió vulgarmente, mirándome con una mirada perdida.

--¡Fui a divertirme, bombón! ¡Tú ya te habías ido! Y también me sacaron del departamento…-- balbuceó buscando una botella vacía en el suelo. Yo contuve la respiración.

--¿Te sacaron?—

--Si… si, ya no es nuestro… debemos irnos—

Cerré los ojos un momento y suspiré resbalado una mano por mi cara. Me agaché para ayudarle a levantarse y coloqué su brazo sobre mi hombro. Estaba demasiado ebrio para caminar.

Algo en este evento no me estaba afectando por completo. No lo sé, tal vez estaba viendo las cosas desde otra perspectiva, tal vez algo dentro de mi había cambiado. Fuera lo que fuera ese día entendí la poesía fuera de los sueños y me adentré a la poesía de la vida; enseñada, si pones atención, por las mismas aves…